José Francisco de San Martín
(1778-1850)
fue un militar
argentino cuyas
campañas fueron decisivas para las independencias de la
Argentina,
Chile y el
Perú.
Junto con
Simón Bolívar es
considerado el
libertador más
importante de
Sudamérica de la
colonización española.
En la
Argentina se le
reconoce como el
Padre de la Patria y
se le considera un héroe y prócer nacional. En el
Perú, se le reconoce
como
libertador de aquel
país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú»,
«Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas». En
Chile su
ejército le reconoce
el grado de
Capitán General.
Su
familia
José Francisco de San Martín nació
el
25
de febrero de
1778 en
Yapeyú (una ex
misión
jesuítica situada a
orillas del
río Uruguay en la
Gobernación de las Misiones Guaraníes
del
Virreinato del Río de la Plata,
en la actual
provincia de Corrientes).
Su padre,
Juan de San Martín ,
había nacido en la villa de
Cervatos de la Cueza,
en la
provincia de Palencia
(España),
y era teniente gobernador del departamento. Sirvió como
militar a la Corona española y fue el primer teniente
gobernador de la
Gobernación de las Misiones Guaraníes
con sede en
Yapeyú, creada para
administrar las treinta
misiones jesuíticas guaraníes,
luego de que la
orden fuera
expulsada de América por el rey
Carlos III en
1767.
Su madre,
Gregoria Matorras,
también había nacido en la provincia de Palencia, España,
concretamente en
Paredes de Nava. Era
sobrina de un gobernador de la provincia colonial del
Tucumán y
conquistador del
Chaco. Fue la menor
de cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín
Rafael y Justo Rufino.
Viaje a
España
En
1781, cuando San
Martín tenía tres años, la familia se trasladó de Yapeyú a
Buenos Aires. Luego
se mudaron a España, embarcando rumbo a
Cádiz el 6 de
diciembre de
1783. San Martín
comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de
Madrid y en la Escuela de Temporalidades de
Málaga en
1786. Allí aprendió
castellano, latín, francés, alemán, baile, dibujo, poética,
esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.
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Carrera
militar
En
1789, a los once
años de edad, comenzó su carrera militar en el regimiento de
Murcia, mientras
estallaba la
Revolución Francesa.
Luchó en la campaña del norte de
África combatiendo a
los
moros en
Melilla y
Orán. En
1797 fue ascendido a
subteniente, por sus acciones en los
Pirineos frente a
los franceses, en
1793. En agosto de
ese año su regimiento, que había participado en las batallas
navales contra la flota inglesa en el
Mediterráneo,
se rindió.
Durante el período que sigue luchó
con el grado de capitán 2.º de infantería ligera en
diferentes acciones, en la guerra de las Naranjas contra
Portugal
(1802)
y en
Gibraltar
y
Cádiz
contra los ingleses (1804).
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La Medalla de Oro de los Héroes de
Bailén, premio militar español, otorgado a San Martín por
decreto de la Junta Suprema de Sevilla del 11 de agosto de 1808,
en mérito a su acción en esta batalla ganada a los franceses,
por la cual también fue ascendido a teniente coronel.
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En
1808
las tropas de
Napoleón
invadieron la Península y el rey
Fernando VII
fue hecho prisionero. Poco después estalló la rebelión
contra el emperador y contra su hermano
José Bonaparte,tambien
conocido como Pepe Botellas,que había sido proclamado rey de
España. Se estableció una Junta Central de Gobierno, que
actuó primero en
Sevilla
y luego en Cádiz. San Martín fue ascendido por la Junta al
cargo de ayudante 1.º del regimiento de Voluntarios de Campo
Mayor.
Distinguido por sus acciones contra
los franceses, fue ascendido a capitán del regimiento de
Borbón. Su principal actuación fue en la gran victoria de la
batalla de Bailén,
del
19 de julio
de
1808,
en que tuvo una actuación destacada como ayudante del
general Coupigny.
Esta victoria fue la primera
derrota importante de las tropas de Napoleón, y permitió al
ejército de
Andalucía
recuperar
Madrid.
En premio por su actuación, San Martín recibió el grado de
teniente coronel y una condecoración con una medalla de oro.
Continuó luchando contra los
franceses en el ejército de los aliados:
España,
Portugal
e
Inglaterra.
En la
batalla de Albuera
combatió a las órdenes del general
William Carr Beresford
(el mismo que dos años antes
había invadido Buenos Aires
).
En esas campañas conoció a Lord
Macduff, un noble escocés que lo introdujo a las
logias
secretas que conspiraban para conseguir la independencia de
América del Sur.
Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de
liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha
por la independencia americana.
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Londres
En
1811 renunció a su
carrera militar en España.
Por intermedio de Lord Macduff
obtuvo un pasaporte para viajar a
Inglaterra,
partiendo el
14
de septiembre de ese
año para residir en el número 23 de la calle Park Road en el
distrito de
Westminster, en
Londres.
Allí se encontró con compatriotas
de la América española:
Carlos María de Alvear,
José Matías Zapiola,
Andrés Bello y
Tomás Guido, entre
otros.
Según algunos historiadores,
aquellos formaban parte de la Gran Reunión Americana,
sociedad de presuntas filiaciones
masónicas, fundada
por
Francisco de Miranda,
quién junto con
Simón Bolívar, ya
luchaba en América por la independencia de
Venezuela.
Hay quienes opinan que, ya dentro
de la hermandad, se relacionó con políticos británicos que
le hicieron conocer el
Plan de Maitland,
una estrategia para que América se liberara de España.
Actuación en el Río de la Plata
Regreso
a Buenos Aires
En enero de
1812 San Martín se
embarcó hacia Buenos Aires en la fragata inglesa
George Canning.
Fue recibido por los miembros del
Primer Triunvirato,
quienes le reconocieron su grado de
teniente coronel. El
16 de marzo le pidieron que creara un cuerpo de caballería,
que llamó Regimiento de
Granaderos a Caballo,
para custodiar las costas del
río Paraná. Durante
el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas
técnicas de combate que conocía por su extensa actuación
europea contra los ejércitos de Napoleón.
Junto con
Carlos María de Alvear,
fundó a mediados de 1812 una filial de la
Logia de los Caballeros Racionales,
que rebautizó con el nombre de
Logia Lautaro.[1]
El nombre fue tomado del cacique
araucano
Lautaro, que en el
siglo XVI se había
sublevado contra los españoles. La sociedad estaba formada
como las
logias masónicas de
Cádiz y de
Londres, similar a
la que en
Venezuela tenía como
miembros a
Francisco de Miranda,
Simón Bolívar y
Andrés Bello. Su
objetivo era «trabajar con sistema y plan en la
independencia de la América y su felicidad». Sus miembros
principales, además de San Martín y Alvear, eran
José Matías Zapiola,
Bernardo Monteagudo
y
Juan Martín de Pueyrredón.
En octubre de 1812, cuando llegó a
Buenos Aires la noticia de la victoria del
Ejército del Norte
en la
batalla de Tucumán,
comandado por
Manuel Belgrano, San
Martín dirigió un movimiento preparado por la Logia, con el
objeto de derrocar al gobierno, al cual juzgaban poco
decidido por la independencia. Bajo la presión de los
cuerpos armados y del pueblo, se nombró el
Segundo Triunvirato
constituido por
Juan José Paso,
Nicolás Rodríguez Peña
y
Antonio Álvarez Jonte.
Se exigió, además, llamar a una
Asamblea Suprema de
delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la
independencia y dictar una constitución.[2]
El
12
de noviembre de
1812, a los 34 años,
contrajo matrimonio con
María de los Remedios de Escalada,
de 14 años. En esos primeros años en Buenos Aires, la elite
porteña también lo apodaba «el tape» [‘indio guaraní’], «el
indio», «el paraguayo», «el cholo» [indio
coya] y «el mulato».
Combate
de San Lorenzo
La primera acción militar de San
Martín y su recién creado
regimiento de granaderos a caballo
estuvo dirigida a frenar las incursiones de los realistas en
las costas del
río Paraná,
principal afluente del
Río de la Plata y
vía de comunicación estratégica para la región.
San Martín se instaló con sus
tropas en el convento de San Carlos, posta de
San Lorenzo, en el
sur de la
provincia de Santa Fe.
El
3
de febrero de
1813 y ante el
desembarco de 300 españoles, se libró el
Combate de San Lorenzo,
casi frente al Convento, a orillas del río.[3]
Dado que existían aún sospechas
acerca de la fidelidad a la causa independentista por parte
del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente
de la reducida tropa de granaderos a caballo. Al estar así
expuesto, su caballo fue mortalmente herido y San Martín,
aprisionado bajo su cabalgadura, casi fue ultimado por un
realista. Le salvó la vida un soldado raso
Juan Bautista Cabral
—correntino como San Martín— que antepuso su cuerpo a dos
bayonetazos. San
Martín le ascendió post mórtem, por lo que actualmente es
conocido como el
Sargento Cabral.
Esta batalla, que por la cantidad
de combatientes de ambos bandos podría parecer secundaria,
permitió alejar para siempre a la flotas realistas que
merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones.
Ejército
del Norte
Luego de esta victoria, San Martín
fue designado para hacerse cargo del
Ejército del Norte,
donde debió reemplazar al general
Manuel Belgrano.
Según la tradición, el encuentro entre los dos próceres se
efectuó en la
posta de Yatasto, en
la
provincia de Salta.
Este hecho es conocido como «el abrazo de Yatasto». Desde su
reciente cargo de mayor general del Ejército Auxiliar del
Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas
de
Vilcapugio
y
Ayohuma.
Al poco tiempo de encontrarse San
Martín en Tucumán, llegó a la conclusión de que era
imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta
Lima, que en ese
momento era el centro del poder realista. Cada vez que un
ejército realista descendía del altiplano hacia los valles
de la
provincia de Salta
era derrotado, y cada vez que un ejército patriota ingresaba
en el Alto Perú, era también aniquilado.
Fue entonces que el general
concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar
la
Cordillera de los Andes
y atacar la ciudad de Lima desde el mar. Para mantener
segura la frontera del norte, pensaba San Martín, bastaban
las tropas irregulares salteñas al mando del general
Martín Miguel de Güemes,
a quien encargó la defensa de la frontera norte y comenzó a
preparar una futura estrategia militar.
Dejó brevemente el mando del
ejército al general
Francisco Fernández de la Cruz,
retirándose a
Saldán
(provincia
de Córdoba), para
reponerse de una úlcera estomacal. Allí mantendría
conversaciones con su amigo
Tomás Guido, en las
que lo convencería de la necesidad de independizar la región
desde
Chile.
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Gobernador de Cuyo
En
1814
el Director Supremo
Gervasio Antonio de Posadas
lo nombró gobernador de
Cuyo,
con sede en
Mendoza.
Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a
partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos
para la campaña al
Perú.
Al poco tiempo de asumir, llegó
allí el coronel
Juan Gregorio de Las Heras,
que había comandado fuerzas argentinas en Chile, y que se
había retirado por las desinteligencias de los patriotas.
Lo envió de regreso, para intentar
ayudar a los patriotas chilenos contra la ofensiva realista,
pero éste llegó poco después del desastre de
Rancagua,
en el que se perdió la independencia chilena. Sólo alcanzó a
proteger el cruce hacia Mendoza de miles de refugiados
chilenos.
Los chilenos venían divididos en
dos bandos irreconciliables: los conservadores bajo el mando
de
Bernardo O'Higgins
(pronunciado ojíguins), y los liberales bajo el de
José Miguel Carrera.[4]
San Martín decidió que debía tomar partido rápidamente, y se
decidió por O'Higgins. El general Carrera, luego de un
intento de desconocer la autoridad de la gobernación de
Cuyo, fue arrestado, despojado de su mando y luego expulsado
de Mendoza.
El plan de San Martín había sido
pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con
la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía
destinado a ser desechado. Pero San Martín tomó la decisión
de seguir adelante; sólo que primero tendría que liberar
Chile.
El 23 de agosto de
1816
nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo
acompañaría en el exilio.
A pesar de la oposición del nuevo
director supremo,
Carlos María de Alvear,
a quien había conocido en Cádiz y que lo había acompañado
hasta entonces, se dedicó a organizar el
Ejército de los Andes.
Reunió en un solo ejército a los
refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran
cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales
del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los
batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo,
desperdigados en varios destinos, le fueran enviados a Cuyo.
Como el director Alvear intentara
someterlo a su autoridad, le envió su renuncia. Alvear envió
a reemplazarlo al coronel
Gregorio Perdriel,
pero los mendocinos lo rechazaron airadamente. De modo que
San Martín fue confirmado como gobernador por elección
popular.
El 20 de mayo de
1816,
Tomás Guido
presentaría un documento, su célebre Memoria, a
Juan Martín de Pueyrredón
(director supremo de aquel entonces), en el que exponía con
detalles el plan. Pueyrredón aprobaría y mandaría a ejecutar
dicho plan.
Cuando se formó el
Congreso de Tucumán,
presionó a los diputados cuyanos para declarar la
independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata,
objetivo conseguido el
9 de julio
de
1816.
Para financiar su campaña, además
de los cuantiosos aportes de Pueyrredón, obligó a pagar
«contribuciones obligatorias» a todos los comerciantes y
hacendados. A cambio se les extendía un vale, para cobrarlo
«cuando las circunstancias lo permitan». En cambio, tuvo muy
pocos miramientos para confiscar los bienes de todos los
españoles que no se destacaran en la ayuda a la causa de la
Independencia.
Formó un gran campamento militar en
El Plumerillo,
en el noroeste de Mendoza, donde actualmente se encuentra el
aeropuerto de la ciudad.
Allí formó a sus soldados y oficiales, fabricó armas
(sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y
uniformes. Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y
fabricar y colocarles herraduras.
El jefe de sus talleres, fray
Luis Beltrán,
inventó un sistema de poleas para pasar los precipicios con
los cañones y otro de puentes colgantes, ambos
transportables. La sanidad del ejército estaba en manos del
cirujano inglés
James Paroissien.
El coronel
Álvarez Condarco
se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de
la
Cordillera de los Andes.
Antes de iniciar la marcha, reunió
a los caciques
mapuches
y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus
tierras. Alguno de estos caciques le hizo confidencias de
esto al gobernador realista en Chile,
Casimiro Marcó del Pont,
por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el
sur, lo que le llevó a dividir sus fuerzas.
Contrariamente a lo pretendido por
Pueyrredón y sus partidarios, entró en correspondencia con
José Gervasio Artigas
y dedicó el esfuerzo bélico a las campañas emancipadoras en
Chile y en Perú. Por este motivo los
unitarios,
en particular
Bernardino Rivadavia,
llegaron a acusarle de «traidor».
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Expedición libertadora a Chile
El Cruce
de los Andes
El
12
de enero de
1817 se inició el
Cruce de los Andes
en dirección a Chile. El
Ejército de los Andes
fue uno de los dos grandes cuerpos militares que la
provincia de Cuyo
desplegó en la
Guerra de Independencia Hispanoamericana;
contó inicialmente con 4.000 hombres y 1.200 milicianos de
tropa de auxilio para conducción de víveres y municiones.
El Ejército se dividió en
seis columnas:
cuatro secundarias, cuyo objetivo era distraer a las fuerzas
enemigas y provocar movimientos favorables a la Revolución
en zonas alejadas de la capital,
Santiago de Chile,
entre ellas la dirigida por
Ramón Freire hacia
Chillán, que llegó
unos días antes que las demás y convenció al gobernador
realista que el ataque principal sería por el sur.
Las dos columnas principales, que
concentraban el grueso del Ejército, eran comandadas por el
capitán general San
Martín. Para acometer contra las tropas
realistas asentadas
en el actual territorio chileno, la primera debía atravesar
la Cordillera por el
paso de Los Patos,
al mando del general O'Higgins. La segunda columna estaba
bajo el mando del general Las Heras, y debía marchar por el
paso de Uspallata
(actual Paso de la Cumbre), conduciendo todo el parque y la
artillería, cuyo
transporte era considerado imposible por el camino más
escabroso de Los Patos.
Las dos debían reunirse en el valle
del
Aconcagua, mientras
que efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas,
induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación
principal.
Las dos columnas principales
estaban formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil
caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil),
treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil,
varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los
hombres y animales para un mes de marcha.
El cruce fue verdaderamente épico:
no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del
mundo (Las Heras registró que cruzó el
paso de la Cumbre,
de 3.500 metros, a las tres de la mañana), sino que lo
hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera
agua. El único medio día de descanso que tuvieron fue
durante una tormenta de
granizo que los
obligó a detenerse.
Varias pequeñas batallas jalonaron
el avance:
Potrerillos,
Achupallas y
Las Coimas.
La
Independencia de Chile
Las fuerzas de Las Heras, de
O’Higgins y de
Soler se reunieron
el 8 de febrero en el Campamento de
Curimón. Ante las
noticias del avance del jefe realista, Coronel
Rafael Maroto, hacia
las casas de
Chacabuco, San
Martín ordenó el avance y el 12 de febrero se libró la
Batalla de Chacabuco.
El Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los
realistas, y hubo 500 muertos y 600 prisioneros. Los
patriotas tuvieron que lamentar sólo 12 bajas.
El gobernador
Casimiro Marcó del Pont
huyó hacia el sur, pero fue capturado por el capitán
José Félix Aldao, de
larga trayectoria posterior.
El
18
de febrero se
convocó a un Cabildo Abierto que propuso a San Martín como
Director Supremo de
la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento
para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la
Provincias Unidas del Río de la Plata
sobre la autonomía de Chile.[5]
Dos días después el cabildo nombra finalmente a O’Higgins
como director supremo, designación que San Martín avaló.
Días después, San Martín ordenó a
Las Heras que persiguiera a los realistas hasta
Concepción, pero
éste no pudo impedir que se atrincheraran en
Talcahuano.
O’Higgins intentó capturar esa fortaleza, pero fue
completamente vencido. Y para peor, pronto llegaron
refuerzos desde Perú para los realistas, al mando del ex
gobernador
Mariano Osorio.
Mientras tanto, San Martín viajó a
Buenos Aires, a pedir más colaboración a Pueyrredón, que
debería también formar una escuadra. A su regreso ordenó a
sus hombres replegarse hacia el norte, reuniendo unos 8.000
hombres en las afueras de
Talca. Allí se
produjo el
19
de marzo de
1818 la
sorpresa de Cancha Rayada,
donde el ejército unido bajo las órdenes de San Martín fue
derrotado cuando realizaba una maniobra nocturna para evitar
un inminente ataque. En la oscuridad se generó una gran
confusión, ya que tanto realistas como patriotas equivocaron
sus posiciones, aquellos por desconocer el traslado de
tropas ordenado por San Martín, y éstos por no haberlo
completado. Los españoles perdieron 300 hombres, pero
quedaron dueños del campo y capturaron el parque, fusiles y
26 cañones (lo que levantó mucho la moral de sus tropas).
Los patriotas tuvieron 120 bajas, pero la división a cargo
de Las Heras emprendió una retirada ordenada sustrayéndose a
la lucha. Así se pudo encolumnar y salvar sus efectivos y su
parque de artillería.
La desmoralización hizo su esperado
efecto en Santiago, y muchos patriotas escribieron a Osorio
pidiendo clemencia, mientras otros huían (entre ellos
Bernardo de Monteagudo).
Pero San Martín no se dio por vencido, y pronto estaba listo
para luchar nuevamente, especialmente gracias a
fray Luis Beltrán,
que en pocos días fabricó decenas de miles de balas. San
Martín esperó a Osorio en los llanos del
río Maipo.
El
5
de abril se vuelven
a enfrentar en la
batalla de Maipú.
Esta batalla se desarrolló en tres etapas. Primero, San
Martín decidió desplazar a las fuerzas patriotas
linealmente, para atacar a los realistas alineados en la
parte alta de una lomada. Formaron un triángulo para atacar
con la caballería, la artillería y la caballería chilena y
patriota por el sur. Osorio impulsó sus fuerzas por la
derecha, pero la izquierda cedió por completo. El ejército
realista debió retroceder en desorden, los granaderos
persiguieron al galope a las últimas fracciones que se
retiraban. El adversario dejaba en el campo de batalla 2.000
cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y
material de guerra. El general O’Higgins, herido durante la
batalla, se acercó sin embargo montado en su caballo para
abrazar a San Martín. Muchos han relatado esta escena con
honda emoción. La victoria de Maipú pasa a la historia como
una gran batalla a partir de una maniobra extraordinaria. El
parte de la victoria dice así: «Acabamos de ganar
completamente la acción. Nuestra caballería los persigue
hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San
Martín».
El gobierno de Chile lo premia con
una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero San Martín rechazó
ambos regalos diciendo: «No estamos en tiempos para tanto
lujo.
Con la batalla de Maipú se obtiene
definitivamente la victoria sobre las tropas realistas
asegurando finalmente la independencia de Chile.
Sin embargo, San Martín tuvo
opositores locales, como los hermanos Carrera, líderes de un
sector opositor a O’Higgins, que comenzaron a conspirar. El
complot fue descubierto,
Juan José y
Luis Carrera fueron
arrestados, y
José Miguel huyó a
la
Banda Oriental. Poco
antes de Maipú, Juan José y Luis Carrera fueron fusilados en
Mendoza por orden del gobernador
Toribio de Luzuriaga
a instancias de
Bernardo de Monteagudo,[6]
que poco después volvería a Chile.[7]
Desde entonces, José Miguel Carrera intentaría volver a su
país para declarar a traidor a O’Higgins, juzgar a San
Martín como criminal y fusilar a sus seguidores
Preparativos para una nueva campaña
Luego de la emancipación chilena
San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del
gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de
la
Expedición Libertadora del Perú.
Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo
dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas
internas entre
Buenos Aires y los
caudillos
federales. Entonces
San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este
hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y
junto a la ayuda financiera obtenida de O’Higgins, ambos
lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en
Gran Bretaña, al
mando de
Alexander Cochrane.
El gobierno de Chile determinó que
San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que
navegaría bajo bandera chilena. Finalmente San Martín fue
designado brigadier del
Ejército de Chile, y
general del mismo. Cuando se disponía a reanudar la campaña
al Perú recibió la orden del
Directorio de
marchar hacia el Litoral Argentino con su ejército para
combatir a los federales de
Santa Fe y
Entre Ríos. San
Martín se negó de plano, y ante la insistencia respondió con
el silencio. En febrero de
1820, la victoria
del
Partido Federal
provocó la caída del Directorio de las Provincias Unidas,
quedando el país sin gobierno central.[8]
Esta situación dejó sin respaldo legal su autoridad, por lo
que renunció frente a los oficiales argentinos; pero estos,
dirigidos por el coronel
Enrique Martínez,
rechazaron su renuncia.
Finalmente, el
20
de agosto de
1820 partía San
Martín junto a la expedición desde
Valparaíso hacia el
Perú. La expedición
estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres,
pertenecientes al
Ejército libertador de los Andes
y al
Ejército de Chile,
de los cuales 1.600 eran marinos. Se embarcaron en ocho
navíos de guerra y dieciséis transportes. Tanto entre los
soldados como entre los marinos había una amplia mayoría de
chilenos, pero la mayor parte de los oficiales de tierra
eran argentinos, mientras que los jefes navales eran
ingleses.
Independencia y Protectorado del Perú
El
8
de septiembre, el
ejército al mando de San Martín
desembarcó en el
puerto de
Pisco haciendo
retroceder al ejército realista, que se repliega a la zona
de
Sierra.
El virrey Pezuela, jefe del
ejército realista, tenía bajo su mando a unos 20.000
soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales
la mayor parte defendía
Lima; tratando de
ganar tiempo para reunir a todos los soldados, plantea una
salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a
ningún acuerdo aceptable para San Martín. Éste envía
inmediatamente una división al mando del general
Juan Antonio Álvarez de Arenales
hacia Lima, por la ruta de la sierra, para propiciar la
insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto.
San Martín sigue con la flota y en los primeros días de
noviembre desembarca en la localidad de
Huacho, donde
fortifica su posición e inicia su estrategia para sitiar
definitivamente Lima.
El
29
de enero de
1821 se sublevan
altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien es
derrocado y sustituido por el general
José de La Serna,
que será nombrado virrey del Perú por la corona. El nuevo
virrey propone a San Martín nuevas negociaciones
diplomáticas, las cuales finalmente fracasan debido a que la
propuesta definitiva del general era la independencia del
Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses y en el
mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado
por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna
consecuencia favorable para los independentistas. San Martín
decide iniciar una nueva estrategia y envía dos ejércitos,
uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar
en las costas del sur y otra al mando del general Arenales,
hacia la sierra.
San Martín deja Huacho y desembarca
en Ancón, estrechando el cerco a Lima. A la vez, inicia
negociaciones de paz, que se realizan en la hacienda de
Punchauca, cerca de Lima, a fines de abril, mediante sus
delegados Guido, García del Río y José Ignacio de la Rosa y
los del virrey La Serna, Abreu, Manuel de Llano y Mariano
Galdiano. Las negociaciones fracasan nuevamente. El
alzamiento del regimiento realista
Numancia -integrado
por venezolanos- a favor de la independencia, le abre las
puertas de Lima a San Martín, obligando a La Serna a
abandonar la ciudad el 5 de julio, internándose en la
sierra.
Gobierno
en Perú
San Martín ocupa Lima y reúne al Cabildo
Abierto el
15
de julio. El día 28
San Martín declara la
independencia y es
nombrado
Protector del Perú
con autoridad civil y militar. Ese mismo año fundó la
Biblioteca Nacional del Perú
a la cual donó su colección personal de libros y creó la
Orden El Sol del Perú.
Gobierna el
Perú desde el
3
de agosto de
1821 hasta el
20
de septiembre de
1822.
Durante su protectorado recibe una
carta del general
Antonio José de Sucre,
lugarteniente de
Simón Bolívar, para
la campaña en
Ecuador en el que
reclama al
batallón
Numancia,
unidad formada en
Venezuela en
1813 y enviada al
Perú en
1816 por
Pablo Morillo,
compuesta de venezolanos y neogranadinos que deseaban volver
a Colombia.[9]
San Martín se niega a perder la excelente unidad y en su
lugar envía la división de
Andrés de Santa Cruz,
en su mayoría compuesta por tropas inexpertas, que
participan en las batallas de
Riobamba y
Pichincha. Entre los
días 26 y 27 de julio de 1822 se realiza la
Entrevista de Guayaquil,
donde se reúne con Bolívar, teniendo como tema principal la
liberación del Perú, principal baluarte realista en
Sudamérica, cediendo a éste la iniciativa y conducción de la
campaña libertadora. Poco después decide retirarse de todos
los cargos y volver a su país.
He convocado al Congreso para
presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida
privada con la satisfacción de haber puesto a la causa
de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la
convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la
historia juzgarán mis actos públicos.
José de San Martín (carta a
Bolívar. Lima, 10 de septiembre de 1822
El
retiro
Vuelto a Mendoza en enero de
1823, pidió
autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse
con su esposa que estaba gravemente enferma.
Bernardino Rivadavia,
ministro de gobierno del gobernador
Martín Rodríguez, se
lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín
volver a la ciudad. Su apoyo a los
caudillos del
Interior y la desobediencia a una orden que había recibido
del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los
unitarios quisieran someterlo a juicio.[10]
No obstante, como la salud de su
esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su
llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de
1823. La lápida de
su sepultura, que aún puede leerse en el
Cementerio de la Recoleta,
reza: «Aquí yace
Remedios de Escalada,
esposa y amiga del general San Martín».
Al llegar a Buenos Aires se le
acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado
por las luchas internas entre
unitarios
y
federales
decidió marcharse del país con su hija, quien había estado
al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió
hacia el puerto de El Havre (Francia). Tenía 45 años y era
generalísimo del Perú, capitán general de la República de
Chile y general de las
Provincias Unidas del Río de la Plata.
Luego de un breve período en
Escocia,
se instalaron en
Bruselas
y poco después en
París.
Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes. En
1825
redactó las
Máximas para Merceditas,
donde sintetizaba sus ideales educativos.
Ofreció sus servicios a las
autoridades argentinas con motivo de la
guerra con Brasil,
sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo
Rivadavia
a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente
terminado.
En marzo de
1829
intentó regresar a Buenos Aires, aunque no llegó a
desembarcar: al saber que había vuelto a estallar la guerra
civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue
descubierto. El general
Juan Lavalle,
antiguo subordinado suyo, había derrocado y fusilado al
gobernador
Manuel Dorrego,
pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, le
ofreció la gobernación de la
provincia de Buenos Aires.
San Martín juzgó que la situación a que había llevado el
enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno
de los dos partidos.[11]
Entonces respondió a Lavalle que «el general San Martín
jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos».
Luego se trasladó a
Montevideo,
donde permaneció tres meses, para finalmente volver a
Europa.
Durante los años en que duró su
exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos
Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su
país. En
1831
se radicó en
Francia,
en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene
lugar su afortunado encuentro con su ex compañero de armas,
Alejandro Aguado,
marqués de las Marismas, quien, convertido en un exitoso
banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos,
con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al
dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las
fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y
el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en
Grand Bourg.Recibió
la visita de varios personajes argentinos, en general
jóvenes
románticos
y
liberales,
exiliados de su país, como
Juan Bautista Alberdi
(en 1843) y
Domingo Faustino Sarmiento
(entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del
gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand
Bourg en varias oportunidades. Hasta sus últimos años
mantuvo correspondencia con su gran amigo
Tomás Guido,
quien le mantenía informado sobre la situación política en
Argentina y América.
Testamento y muerte ,Fechó
su testamento ológrafo en
París el
23
de enero de
1844, dejando como
única heredera a su hija
Mercedes de San Martín,
casada con
Mariano Balcarce
quien se desempeñaba como embajador argentino en París.
Entre sus claúsulas establecía:
-
Que Mercedes otorgue a su tía
María Elena una pensión hasta su fallecimiento.
-
Que a la muerte de María Elena
le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.
-
Que su sable corvo favorito,
el de las batallas de
Chacabuco
y
Maipú,
fuera entregado al gobernador porteño
Juan Manuel de Rosas,
«como una prueba de la satisfacción que, como argentino,
he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el
honor de la República contra las injustas pretensiones
de los extranjeros que trataban de humillarla».[13]
-
Prohibió la realización de
funerales y de acompañamientos hasta el cementerio,
«pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en
Buenos Aires».
-
Declaraba como su primer
título el de generalísimo del Ejército del
Perú.
En marzo de
1848, al estallar la
revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad
costera de
Boulogne-sur-Mer,
estableciéndose en una habitación alquilada. Allí falleció a
la edad de 72 años, a las tres de la tarde del
17
de agosto de
1850, en compañía de
su hija Mercedes y de su yerno. Según cuenta la leyenda, el
reloj de la casa dejó de funcionar a esa hora y aún sigue
marcando las 3 en punto. Casualmente, en el mismo país donde
murió San Martín,
Francia, moría
Honoré de Balzac, un
día después.
En Wikisource puede verse el texto
completo del
testamento de José de San Martín.
Sus
restos
Mausoleo de San Martín en
la Catedral de Buenos Aires
En 1861 sus restos fueron
trasladados a la bóveda de la familia
González Balcarce,
ubicada en el cementerio de
Brunoy,Francia.
Luego hubo varios intentos de
repatriarlos. Durante la presidencia de
Nicolás Avellaneda
se creó la «Comisión encargada de la repatriación de los
restos del Libertador», hecho que finalmente se produjo el
28 de mayo de
1880.
Una teoría sostiene que la
Iglesia Católica se
habría opuesto a que se depositaran sus restos en la
Catedral de la
ciudad de Buenos Aires, frente a la
Plaza de Mayo, que
es donde descansan actualmente. Según la versión, la
Iglesia Católica,
apoyándose en los cánones apostólicos romanos y en virtud de
la supuesta filiación
masónica del general
San Martín no podría consentir la petición, pues la Iglesia
sancionaba la pertenencia a la masonería con la
excomunión. Por este
motivo no podría ser alojado en un templo consagrado.[14]
Tras largas negociaciones se habría alcanzado un acuerdo, en
virtud del cual el féretro descansa actualmente en un
mausoleo fuera de la planta principal de la catedral, e
inclinado con su cabeza hacia abajo. Se cree que esta
posición es un símbolo de la supuesta condena infernal a la
que —según la iglesia— estarían expuestos los masones. Esta
teoría ha sido negada por importantes autoridades sobre el
tema, tal es el caso de
Jorge Estol,
presidente del
Instituto Sanmartiniano,
que al respecto de la inclinación que presenta el cajón ha
dicho que: «El espacio fue construido con menor espacio al
que correspondía y cuando llegó el ataúd desde Francia, que
tenía doble cobertura, no pudo ser acostado totalmente por
un simple error de cálculo». Esto explica la posición
inclinada, pero no explica por qué se colocaron los pies de
San Martín hacia arriba, y la cabeza hacia abajo.
Reconocido como libertador de tres
naciones, los americanos recuerdan de él, lo que está
escrito en su tumba: «Triunfó en San Lorenzo, afirmó la
Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera
emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador».
|
Las
«Máximas para mi hija»
San Martín escribió una lista de
consejos para su hija Merceditas:
-
Humanizar el carácter y
hacerlo sensible aun con los insectos que nos
perjudican.
Stern
ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que
saliese: «Anda, pobre animal, el mundo es demasiado
grande para nosotros dos...».
-
Inspirarle amor a la verdad y
odio a la mentira.
-
Inspirarle una gran confianza
y amistad, pero unida al respeto.
-
Estimular en Mercedes la
caridad con los pobres.
-
Respeto sobre la propiedad
ajena.
-
Acostumbrarla a guardar un
secreto.
-
Inspirarle sentimientos de
indulgencia hacia todas las religiones.
-
Dulzura con los criados,
pobres y viejos.
-
Que hable poco y lo preciso.
-
Acostumbrarla a estar formal
en la mesa.
-
Amor al aseo y desprecio al
lujo.
-
Inspirarle amor por la Patria
y por la Libertad.
|
San
Martín en la polémica :
Masonería
Existen dos teorías en torno a la
supuesta filiación masónica del general San Martín, que
generaron polémicas durante varios años.
Si bien diversos historiadores,
entre los cuales algunos son partidarios de la Iglesia y en
cierto modo de tendencia
antimasónica,
afirman que en ningún momento ingresó en una
logia masónica
regularmente constituida, hay otros que sugieren pruebas que
demostrarían lo contrario. Entre los primeros, se argumenta
que la totalidad de las logias con las que mantuvo contacto
a lo largo de su vida, principalmente la
Lautaro,
no eran estrictamente masónicas, sino que habrían sido
únicamente grupos revolucionarios que tomaron como base de
su organización elementos y símbolos masónicos que serían
funcionales a su carácter de sociedad secreta.[15]
Los documentos, no obstante, demuestran que se trataría de
una logia operativa, no en el sentido literalmente
constructivo como es el caso de las cofradías medievales,
sino que ostentaría objetivos revolucionarios.
Por su parte, el historiador
Emilio J. Corbiere,
señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la
masonería
iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a
formar parte de la Logia Caballeros Racionales n.º 3, donde
el 6 de mayo de 1808, le será otorgado el 3.º grado de la
masonería simbólica, accediendo de este modo al título de
«maestro masón». Tras renunciar a su carrera militar en
España,
viajó a
Inglaterra
donde se reunió con
Carlos María de Alvear,
un reconocido miembro de la
Logia Lautaro
que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos. En una de
las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y
regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que
allí se habría gestado. Mientras tanto,
Simón Bolivar
era iniciado por
Francisco de Miranda.
Al poco tiempo, San Martín,
Alvear
y
Zapiola
obtenían el grado 5.º de la logia.
Poco después de su llegada, en
1812, junto a sus Hermanos Masones
Carlos María de Alvear
y
José Matías Zapiola
funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la
futura
Logia Lautaro.
En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia
Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al
Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una
importante influencia de la
masonería
española y no así de la inglesa, como se creyó en un
momento. Con el mismo nombre, Independencia, se funda en
1810 una nueva Logia, también conocida como Logia de San
Juan, bajo las órdenes del doctor
Julián Álvarez
que colaboraría enormemente en los comienzos de la
Lautaro.
Siguiendo la antigua tradición de
adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín
era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.
En una carta dirigida al general
Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a
la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:
"No creo conveniente hable Ud. lo
más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son
asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y
tienen una gran influencia en los acontecimientos de la
revolución de aquella parte de América no podrían
manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados
compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que
estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un
modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que
difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los
planes más bien combinados".
La Logia de Buenos Aires, de
acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico
Albert Gallatin Mackey,
sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las
decisiones políticas que deberían ser implementadas.
El general
Tomás de Iriarte
en sus memorias declara que tanto la
Logia Lautaro
como la Logia de
Julián Álvarez
eran
masónicas.
Sin embargo,
Bartolomé Mitre,
masón grado 33, escribió en su "Historia de San Martín y la
Emancipación Sudamericana" que la Logia Lautaro era una
sociedad secreta de carácter netamente político, que no
pertenecía a la masonería.
En 1825, en Bruselas, San Martín
recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la
Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en
reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución
americana. Esta medalla suele ser utilizada para demostrar
la pertenencia de San Martín a la masonería, cosa que no
está probada documentalmente.
En todo caso, todo parece indicar
que si bien es muy probable que San Martín haya sido
iniciado en Europa, su relación con la masonería se diluyó
con el paso de los años. La polémica seguirá abierta entre
quienes defienden un punto de vista y otro, ambas posturas
son desde luego respetables y exhiben sus respectivos
argumentos.
Por último, cabe destacar que una
gran mayoría de las afirmaciones, tanto en pro como en
contra de su filiación masónica han carecido de objetividad,
tratándose temas de fondo que trascienden la cuestión e
incluso proyectándose ideas en contra o a favor de acuerdo a
la ideología personal de los investigadores.
Filiación polémica
En
2000,
el escritor
José Ignacio García Hamilton
en su libro Don José expone una versión controvertida
acerca del origen mestizo de San Martín. En toda su vida
surgieron anécdotas sobre la tonalidad oscura, morena del
prócer.
La versión de mestizo se basó en
otra del historiador argentino
Hugo Chumbita,
en donde el general sería hijo del español
Diego de Alvear
(padre de
Carlos María de Alvear)
y de una joven guaraní llamada Rosa Guarú. Según Chumbita,
Alvear habría entregado a José al matrimonio formado por
Juan de San Martín y Gregoria Matorras, quienes lo
bautizaron dándole su apellido. Para estas afirmaciones
Chumbita se basó en un libro de memorias de María Joaquina
de Alvear y Sáenz de Quintanilla (1823-1889), hija de Carlos
de Alvear, quien en sus escritos trataba a San Martín
despectivamente de "el indio".
Juan Bautista Alberdi,
que trató personalmente con San Martín en 1843, sostuvo que
la frecuente descripción como «indio» no se compadecía con
su verdadera apariencia física.
Su lugar
en la construcción de la identidad nacional argentina
La figura de San Martín tiene el
primer lugar dentro de la versión de la historia que ha
circulado en las escuelas argentinas, a través de las cuales
se ha conformado la identidad de muchos de los ciudadanos y
ciudadanas de este Estado latinoamericano. A San Martín se
lo ha considerado Padre de la Patria, fundamentalmente a
través de la ingente obra de
Bartolomé Mitre,
Historia de San Martín y de la emancipación americana
y de la de
Ricardo Rojas,
El santo de la espada. Es por esto que siempre se lo
ha considerado argentino, ya que en la explicación mitrista,
la
nación,
el pueblo argentino, existe con anterioridad a la
constitución del Estado, es por eso que sin problema se lo
podía considerar a San Martín, argentino, e inclusive
correntino, pese a haber nacido mucho antes de la
Constitución del Estado Argentino y de la
Provincia de Corrientes.
Desde otras perspectivas historiográficas actuales, se
considera que la Nación es una construcción ideológica que
sirve de fundamento para la legitimación de los Estados. Es
decir, la identidad nacional se da con anterioridad al
Estado. Ciertos historiadores como
Rodolfo Terragno
o
Luis Alberto Romero
sostienen que tenía a lo sumo un ideal americanista y no una
identidad argentina ya que no podía ser parte de algo que
aún no existía.Libros :
Si bien la bibliografía dedicada a San Martín es muy
extensa, se pueden mencionar los siguientes:
MITRE,
Bartolomé:
Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana.
PÉREZ
PARDELLA, Agustín:
José de San Martín, el libertador cabalga.
Instituto Nacional
Sanmartiniano:
Campañas del Libertador General Don José de San
Martín, 1978.
ROJAS,
Ricardo:
El santo de la
espada.
GARCÍA
HAMILTON, José Ignacio:
Don José. La vida de San Martín.
CHUMBITA,
Hugo: Hijos
del país: San Martín, Yrigoyen y Perón.
TERRAGNO,
Rodolfo H.:
Maitland & San Martín:
Universidad Nacional
de Quilmes.
KOHAN,
Martín:
Narrar a San Martín. Buenos Aires: Adriana Hidalgo
editora.
MCDONELL,
Carlos S.: El
misterio de San Martín.
ORNSTEIN,
Leopoldo: La
guerra terrestre y la acción continental de la
revolución argentina (San Martín y la independencia de
Chile).
CAMOGLI,
Pablo:
Batallas por la libertad. Buenos Aires: Aguilar,
2005.[18]
RUIZ
MORENO, Isidoro J.:
Campañas militares argentinas (tomo 1). Buenos
Aires: Emecé, 2004.
Películas
Entre las películas argentinas que han
retratado en todo o en parte la figura de San Martín se
citan las siguientes:
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