Carro del Cielo |
Gabriela Mistral
Echa atrás la cara, hijo y recibe las estrellas. A la primera
mirada, todas te punzan y hielan, y después el cielo mece como cuna
que balancean, y tú te das perdidamente como cosa que llevan y
llevan... Dios baja para tomarnos en su vida polvareda; cae en el
cielo estrellado como una cascada suelta. Baja, baja en el Carro del
Cielo; va a llegar y nunca llega... Él viene incesantemente y a
media marcha se refrena, por amor y miedo de amor de que nos rompe o
que nos ciega. Mientras viene somos felices y lloramos cuando se
aleja. Y un día el carro no para, ya desciende, ya se acerca, y
sientes que toca tu pecho la rueda viva, la rueda fresca. Entonces,
sube sin miedo de un solo salto a la rueda, ¡cantando y llorando del
gozo con que te toma y que te lleva!
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