Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
—Flor de mi seno, oh magno generoso De mí y del mundo copia suma,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna, Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge. Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta Servicio a los señores, duerme en paja
Caliente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado, Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita, Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza. El que la estrella sin temor se ciñe,
¡Como que crea, crece! Cuando al mundo De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos De Norte y Sur vertió su voz sagrada,—
La estrella como un manto, en luz lo envuelve, Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo, ¡Se oye que un paso más sube en la sombra!
—Dame el yugo, oh mi madre, de manera Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.
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