Y me pasaba el día
sin volver a casa,
no soportaba tus sermones para nada,
y comencé a volverme yo también celosa,
porque eras casi inalcanzable, tan
hermosa.
Y abandoné mi sueño a falta de equipaje,
mi corazón al mar tiré en una vasija,
perdí hasta la memoria por falta de
coraje,
porque me avergonzaba tanto ser tu hija.
No, no, no, no, no.
Mas no llamaste tú a mi puerta,
inútilmente tuve un sueño que no
puede realizarse,
mi pensamiento está tan lleno del
presente
que mi orgullo no me deja perdonarme.
Mas si llamases a mi puerta en otro
sueño,
no lograría pronunciar una palabra,
me mirarías con tu gesto tan severo
y yo me sentiría cada vez mas sola.
Por eso estoy en esta carta tan confusa,
para contar algo de paz en lo que
pienso,
no para reclamarte ni pedirte excusas,
es solo para decirte, mama...¡lo siento
!.
Y no es verdad que yo me sienta
avergonzada,
son nuestra almas tan igual, tan
parecidas
esperaré pacientemente aquí sentada,
te quiero tanto mama...escríbeme...tu
hija.