MAMÁ BONITA poema a la Madre

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Mamá bonita | Fabula Infantil
Sobre el mantel estaba el reloj de cocina, en él los minutos indicaban el tiempo que faltaría para que se terminase de cocer el pastel que había preparado: “Mamita Bonita”. Impaciente, su hija la conejilla “Blanca” remiraba una y otra vez a ver si era el momento adecuado de sacarlo. Sabía que si lo abría antes de tiempo se estropearía y ya no podría dar una merendola a sus amiguitos del bosque como tenía previsto.

-¡No es posible que tarde tanto! –le dijo a “Mamita Bonita” que era su: mamá coneja- ¿Estará estropeado el reloj? ¿Verdad que tarda mucho en sonar la campanilla?

-¡No seas impaciente! Funciona de maravilla, ya verás como antes de lo que esperas empieza a sonar y ya tendrás tu rico pastel. Yo voy a ir a: tender la ropa lavada sobre la hierba del prado, y te dejo encargada de sacarlo del horno, pero ten cuidado no te vayas a quemar: ponte los guantes para protegerte las manos.

-¡Ya lo sé, ya lo sé! No te preocupes, que no me quemaré.

Mientras “Mamita Bonita” se iba con la cesta de la ropa, llegó la primera invitada. Era: “Casimira” la topo, que siempre venía una hora antes por si se confundía de casa y tardaba en encontrar la de su amiga. Después de saludarse, darse varios besos y hablar del delicioso pastel que iban a merendar: sonó el timbre.

-¡Ay, pero si ya ha llegado: “Casimira”! Menos mal, porque con lo despistada que es: temía que llegase cuando ya se hubiese terminado el pastel. –Dijo la nueva visita- ¿Habrá para todos, verdad?

-¡Uy, sí! Estoy haciendo un pastel tan grande... que no me entra en el horno. ¡Menudo trabajo me costó meterlo dentro!- dijo entre risas la ayudante de cocinera, y se contagiaron sus invitadas.

Acababa de llegar: “Espinita” la puercospina con su hermano: “Espinito Pelopincho”, les entró tanta alegría como si fuese una sorpresa, y eso, que durante toda la semana, no habían parado de hablar de la merienda que iban a tener. Apenas habían terminado de saludarse efusivamente cuando llegó: “Sabina” la ardillita con sus hermanitos y primos, ahora si que se recibieron todos con entusiasmo, más de media hora tardaron en darse los abrazos y besos de bienvenida. Todo era jolgorio en la casa de la conejita: “Blanca”, hasta sus hermanillos se habían unido a la fiesta y bailaban al ritmo de la música que tocaban con botellas de cristal y cacerolas de acero.

Cuando se quisieron dar cuenta: un humo negro con olor a quemado salía por la puerta de la cocina, les entró tal pánico que no sabían que hacer. Salieron de la casa corriendo y fueron a buscar a: “Mamita Bonita”, temerosos de que se enfadase y les castigase suspendiendo la fiesta. Pero, mamá coneja tenía muy buen carácter, les puso a todos en fila hasta el pozo pasándose cubos de agua que ella misma iba tirando sobre el fuego de la cocina. Cuando apagaron el incendio les sacó un cesto de: manzanas, uvas, avellanas y de nueces para que los comiesen todos bajo el árbol del jardín, y se puso a cantar y a bailar con todos los animalillos, prometiéndoles que el próximo domingo: les invitaría para hacer entre todos un gran pastel, y comerlo entero hasta que no quedase ni una miga.
Moraleja: “Cuando estamos esperando: el tiempo pasa muy despacio, pero cuando nos divertimos: muy deprisa”
Mar Cueto Aller

 

 

 

 

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