La disciplina es indispensable para que optemos
con persistencia por el mejor de los caminos; es decir,
por el que nos va dictando una conciencia bien formada
que sabe reconocer los deberes propios y se pone en
marcha para actuar.
Este valor es fundamental y básico para poder
desarrollar muchas otras virtudes, sin la disciplina es
prácticamente imposible tener fortaleza y templanza ante
las adversidades que se presentan día a día.
Siempre debemos estar concientes del objetivo que
queremos lograr y proponernos alcanzarlo; eso, es
eficacia. Ser eficaz es la capacidad de producir
resultados; no solamente se debe dar en las áreas en que
producimos cosas, sino también debemos dar resultados
como alumnos, padres, hijos, hermanos y como ciudadanos.
Todo ésto se ve reflejado cuando entregamos una tarea o
un trabajo o cuando alguien espera algo más de nosotros;
es decir, un determinado resultado. Lo que tenemos que
dar es ese resultado y no podemos quedarnos en el
esfuerzo ni en las buenas intenciones. Eso, es ser
eficaz.
La disciplina es el valor de la armonía, por que todo
guarda su lugar y su proporción. Los seres humanos
debemos tender a nuestra propia armonía de ser,
pensando, y actuando siempre en relación a un buen fin.
Para conquistar este valor hay que empezar por
aprovechar nuestra necesidad de orden en las casas y
para ello hay que tenerles un lugar a cada cosa y
mantenérselo por medio de la disciplina, poner siempre
allí esas cosas. También hay que practicar el orden en
el hablar, en el vestir y en nuestras pertenencias.
|
|