En aquel tiempo, Jesús entró en un
pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su
casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada
a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras
Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose,
pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me
deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le
respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te
agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o
mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que
no le será quitada».
(Lc 10,38-42)
Comentario
Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por
muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos
recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una
sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de
mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista
en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.
Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la
indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y
henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!,
¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el
Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que
los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es
“altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a
los otros.
Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al
contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de
Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes”
de nuestro mundo, de un mundo que amamos
apasionadamente.
He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico
diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades
opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y
esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y
sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden
unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es
donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la
criatura.
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Santa Marta |
Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es
un tiempo de continuo movimiento, que a menudo
desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del
“hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta
tentación, buscando “ser” antes que “hacer”.
Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a
Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas
y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)»
(Juan Pablo II).
No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí
que hay un orden de prioridad, de precedencia:
«María ha elegido la parte buena, que no le será
quitada» (Lc 10,42).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
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