Llorar a lágrima viva ante las puertas y los puertos
Llorar a lágrima viva, poema Oliverio Girondo
1 Llorar a lágrima viva.
2 Llorar a chorros.
3 Llorar la digestión.
4 Llorar el
sueño.
5 Llorar ante las puertas y los puertos.
6 Llorar de amabilidad y de
amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la
camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro
llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños
familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo…
Si es verdad que los cacuies
y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
7 Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
8 Llorarlo con la nariz, con las
rodillas.
9 Llorarlo por el ombligo, por la boca.
10 Llorar de amor, de hastío, de alegría.
11 Llorar de frac, de flato, de
flacura.
12 Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el
día!.
Oliverio Girondo
Oliverio Girondo nació el 17 de agosto de 1891 en Buenos Aires en el seno de una familia adinerada.
Sus padres, Josefa Uriburu y Juan Girondo, le permitieron desde niño viajar a Alemania, Italia, Bélgica y España.
En Buenos Aires vivió sus primeros días en la calle Lavalle 1035.
Debido a estos viajes, parte de sus estudios secundarios fueron realizados en Inglaterra (Londres) .
Y en el Colegio Albert Le Grand en Acueil de Francia.
País en el que entabló amistad con el poeta Supervielle, con quien asistiría a manifestaciones surrealistas.
Una vez radicado en Buenos Aires, recibe su título de abogado.
En 1930 recorre el Nilo desde Egipto hasta el lago Victoria, y visita Marruecos.
En 1919 concurre a las tertulias de José Ingenieros en el hotel París.
A los 20 años dirige el periódico artístico literario «Comoedia» con René Zapata Quesada y Raúl Monsegur.
En 1922 publica en una tirada limitada, impresa en Francia.
«Veinte poemas para ser leidos en el tranvia», que incluye ilustraciones realizadas por él mismo.
En 1924 participa en el periódico «Martin Fierro» junto a Samuel Glusberg y Evar Mendez.
Allí publica diversos poemas y realiza hasta 1926 una serie de aforismos denominados «Membretes».
«Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.»
Participó en las revistas que señalaron la llegada del ultraísmo.
La primera vanguardia que se desarrolló en Argentina, como Proa, Prisma y Martín Fierro.
En las que también escribieron Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón.
Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal, la mayoría de ellos del Grupo de Florida.
Que en contraposición al Grupo de Boedo se caracterizaba por su estilo elitista y vanguardista.
Girondo fue uno de los animadores principales de ese movimiento.
Y ejerció influencia sobre poetas de las generaciones posteriores.
Entre ellos el surrealista Enrique Molina, con quien tradujo .
Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
Sus primeros poemas, llenos de color e ironía, superan el simple apunte pintoresco.
Constituyen una exaltación del cosmopolitismo.
Y de la nueva vida urbana e intentan una crítica de costumbres.
En 1925 publica su segundo libro, «Calcomanías», y la edición de bolsillo de «Veinte poemas…»
En 1926, en un almuerzo organizado en honor a Ricardo Güiraldes.
Conoce a Norah Lange, poeta con la cual se casa en 1943.
Y con quien emprendería innumerables viajes.
En 1932, para la publicación de «Espantapájaros».
Lleva a cabo una extraña campaña publicitaria.
Girondo realiza una réplica en papel maché del «espantapájaros-académico».
Que el pintor Bonomi había diseñado para la tapa del libro.
El espantapájaros fue colocado, según cuenta Norah Lange, «en una carroza coronaria.
De esas que llevan las flores y van detrás del coche fúnebre.
Tirada por seis caballos, con su auriga y lacayos.
Vestidos según la moda Directorio, apostados a cada lado».
Además, alquiló un local en la calle Florida atendido por muchachas hermosas.
Y llamativas para la venta del libro.
La experiencia publicitaria resultó un éxito y el libro se agotó en un mes.
El muñeco, que durante años presidió la entrada de su casa de Suipacha al 1444.
Hoy puede visitarse en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde 1934 mantuvo una importante amistad con Pablo Neruda y Federico García Lorca.
Quienes por esa época se hallaban en Buenos Aires.
En 1937 publica «Interlunio» por Editorial Sur, y en 1942 «Persuasión de los días».
En 1946 publica el poema «Campo nuestro».
A partir de 1950 comenzó también a pintar con una orientación surrealista.
Aunque nunca expuso sus cuadros.
Acerca de su último libro, «En la masmédula» (1953), Enrique Molina señaló:
«Hasta la estructura misma del lenguaje sufre el impacto de la energía poética.
Desencadenada en este libro único.
Al punto que las palabras mismas dejan de separarse individualmente para fundirse en grupos.
En otras unidades más complejas, especie de superpalabras con significaciones múltiples y polivalentes. Que proceden tanto de su sentido semántico como de las asociaciones fonéticas».
Algunos críticos relacionaron este último gesto vanguardista de Girondo.
Con un libro igualmente desesperado, constructor y destructor del sentido: «Trilce».
Del peruano César Vallejo.
Sus autores favoritos eran Remy de Gourmont, Rubén Dario, Nietzsche.
Su mentor fue su hermano Eduardo.
Su poesía no es fácil y menos tranquilizadora.
Tiene el carácter inquietante de toda exploración de lo desconocido y significa el esfuerzo de un hombre. Que intenta penetrar en la densidad de lo indecible.
Para volver con su cosecha y ofrecerla como mensaje.
Entre sus numerosas amistades figuran Salvador Dali.
Macedonio Fernandez, Rafael Alberti, Gómez de la Serna.
Quien publicó un ensayo sobre Girondo en «Retratos Contemporaneos»).
y Aus Keller (con quien asistía a tertulias llamadas «Peñas» de la revista «Martín Fierro»)
En 1961 sufrió un accidente que lo dejó imposibilitado físicamente.