San Valentin Sarah Kay Celebrando el amor
San Valentin Sarah Kay Celebrando el amor
Sarah Kay| Día del Amor y Amistad tarjetas postales
Cada 14 de febrero se recuerda a
San Valentín, patrono de los enamorados.
Según la tradición, durante la persecución a
los cristianos en los primeros siglos el
santo ponía en riesgo su vida para
unir a las parejas en matrimonio.
Es por esta razón que
se le suele relacionar con el amor de pareja.
El 14 de febrero se celebra
el día
Es una celebración religiosa
que honra la memoria al santo nacido en
Roma y cuyas obras, en defensa de los
lazos del amor, son mundialmente conocidas.
En los países donde se festeja, este día se
aprovecha para que los enamorados o
amigos celebren su amor y su afecto.
Papa Gelasio ILa Iglesia Católica
recoge la tradición
Parece ser que fue el Papa Gelasio I
quien formalizó el culto al santo,
en un intento de cristianizar la
antiquísima celebración pagana de las
Lupercales, que tenía lugar a
mediados de febrero.
La población recibe y comparte caramelos,
flores y globos. Es más un día de
ideología fraternal, de unión,
que de lo que es el amor de una
pareja como tal. En Guatemala es
conocido como el Día del Cariño.
Aquí al igual que en México se dan
golosinas, pero sí tiene un simbolismo
sentimental, en término de parejas
En Argentina (14 de febrero),
se le llama «Día de los enamorados»,
y se celebra la unión entre las parejas.
No es usual el envío de tarjetas o corazones,
algo que es considerado más propio del
mundo anglosajón. Aunque si
se acostumbra a regalarse flores y bombones.
El reconocimiento oficial de esta efeméride
ha sido iniciativa de la Asamblea General de
Naciones Unidas en el año 2011,
cuando proclamó el 30 de julio como el
Día Internacional de la Amistad,
a propuesta de la
Benditos sean los que
tienden la mano para ayudar,
los que intentan comprender,
los que anhelan compartir.
Benditos sean lo que
para dar su opinión
no necesitan subirse a
ningún podio,
los que se hacen tiempo
para escuchar
y los que saben que siempre
hay algo por aprender.
Benditos sean aquellos que
tratan de pulir y de borrar
sus mezquindades
y no simplemente de ocultarlas.
Benditos sean los buenos amigos
y el culto a la amistad.
Benditos sean los que llenan
las noches de filosofía,
los que riegan los caminos
hacia la utopía con
batallas épicas
y los que a cada historia de amor
la cargan de locuras.
Benditos sean los que disfrutan
del sol y de la luna,
del cielo abierto y de
la noche cerrada,
de escalar la montaña y
de zambullirse en el mar.
Benditos sean los que
pueden eludir la costra
y ver la esencia,
los que pueden gozar de la
poesía que tiene este
mundo maravilloso.
Benditos sean los que no
abandonan sus principios
ni sus raíces,
pero que no se cierran
a los cambios
ni renuncian a intentar volar.
Benditos sean los que
sueñan despiertos,
sobre todo si sueñan mejorar
el mundo que los rodea,
y benditos los que del
sueño saltan a la acción.
Benditos los que leen
lo que otros escriben,
los que escuchan atentamente
a quienes tienen necesidad
de hablar y los que pierden,
a conciencia, para que
gane un ser querido.
Benditos sean los que
odian el egoísmo,
el dolor, y la apatía
ante la injusticia.
Benditos sean los que
creen que nunca se llega
al ideal pero luchan con
pasión infatigable
por sus ideales.
Benditos sean los que
entienden que el amanecer
en la playa, el pan
recién horneado,
la música y las caricias
son partes de una fiesta que
merecemos todos.
Benditos sean los que
piden perdón,
los que dicen gracias y los que
no se olvidan de decir por favor.
Benditos sean los que aspiran
que el mundo tenga lugar suficiente
tanto para la hormiga
laboriosa como para la cigarra,
con su tan necesario arte.
Benditos sean los que
quieren abolir las quejas,
los que quieren que
asciendan mucho
los de abajo
benditos los que quieren
que la muerte muera.
Benditos sean los que
no subsisten sollozando,
mientras esperan el milagro,
sino que se proponen
forjar algo milagroso.
Benditos sean los que
se arriesgan
por las causas perdidas,
por conquistar corazones
y por el bien de los amigos.
Benditos sean los que se arriesgan
a mostrar sus sentimientos
toda la vida.