La música de Navidad
La música de Navidad Cuento infantil
Autora
©Victoria Lucía Aristizábal
En el sosiego de la noche la música se compone y sus notas están acompañadas
por el temblor de cuerdas en el arpa, un violín y una flauta se le suman,
un concierto que viene del espacio y la serena vibración entra en resonancia
y el cuerpo de la inocencia de ellos se nutre. Es una serenata de Navidad,
una canción que ora meciéndose etérea entre las azules olas de las aguas y
en el fondo se silencia y vuelve a nadar con nuevas notas buscando a los
violines que rasgados se encuentran en la playa. Los tambores vienen de las
rocas con sus sonidos de carácter y en el espejo inquieto del viento buscan
hacer dueto con las flautas para matizar con un pizzicato (pellizcando las cuerdas)
los mudos cascos de las barcas.
Este flujo armónico cargado de tierra, mar y cielo llega donde la doncella
(mujer joven y virgen) que está de rodillas en silencio reclinada. Una serenata para
La Madre de Jesús, para EL NIÑO DE LA NAVIDAD
que llevará en su vientre sagrado,
esa cuna de madre como la que hemos tenido los seres que llegamos a este mundo a
cumplir su misión. El traerá los mensajes a los hombres, mensajes de amor y paz
y esa semilla queda implantada en su vientre, un milagro que custodian los arcángeles
para asegurarse que el Legado de Dios se cumple, el regalo más grande que recibiríamos
y que con entusiasmo los niños le celebran cada año, recordándolo con cánticos, con
árboles llenos de luces de colores e imitando
el PESEBRE donde nacerá el 24 en la noche
trayéndoles regalos a los peques que se han portado bien, que han obedecido a sus padres,
que han cumplido con sus tareas,
que han compartido con sus amigos y compañeros
con respeto y valoración.
La música del sol es calentita porque inunda de ternura las almas de los ser humanos,
especialmente de los niños en esta Navidad y con su aleteo llega como lumbre para
iluminar las melodías que se están creando para celebrar este acontecimiento y las
estrofas ruedan, marchan y se sienten acogidas por muchos cuerpecitos que vibran
al unísono (el intervalo más consonante).
Estas ondas sonoras tienen una frecuencia
fundamental, la simultaneidad del amor, notas afinadas que solo escuchan los espíritus
que entran en la frecuencia divina de La Virgen Madre, del Niñito Jesús y de los ángeles
y arcángeles. Es la voz de las esferas que llegan para dejar el espacio en calma y preparar
la venida de nuestro Salvador Jesús.
Canten niños con gracia,
que El Niñito Jesús les escucha donde quiera que estén
porque el se introduce silenciosamente en cada alma para honrar el espacio donde
habitará para todo aquel que le amará por toda la eternidad y esa palabra cantada,
dejará su huella imborrable.
Tus cantos celebran el trayecto
Con alegría limpiando lágrimas,
Y ellas partieron a ofrecer sus notas,
Para intentar recuperar el alma.
El eco de los versos, las canciones,
Las risas juveniles y las danzas,
Parecen resonar como un susurro
En este claro día, entre las ramas.
Escultora de espíritus, la música
Con violines y flautas, en alianza
En su melódico canto nos dota,
Del poder del amor que afianza.
Autora : Dra. Victoria Lucía Aristizabal
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