Alquimia perdón Señor por el dolor que desespera

Alquimia perdón Señor

Alquimia perdón Señor por el dolor 

©Victoria Lucía Aristizábal

Alquimia perdón Señor por el dolor que desespera

Muchos perdones pido como humana

Por la impaciencia, el afán que tropieza

Sin la humilde y estoica simpleza

Que el táctico afán en la ansiedad le gana

Perdón por no soliviantar a la cordura

Por no frenar la intención de abatimiento

Por no proseguir a paso firme y lento

Y disfrutar a la experiencia sin premura

Por no transmutar la senda ya emprendida

Que en múltiples metas ulteriores

Me da derecho a cometer errores

Y mirar serena el horizonte que convida

Perdón por tener en los ojos la ceguera

Que me impide ver a veces lo cercano

Confiriéndome un temple más humano

Interpretación de realidad que se adultera

Pido perdón por la imprudencia, la locura

Que en noches de emoción y rebeldía

Se vuelve insensatez y algarabía

Cuando la mente se queda en desventura

Pido perdón cuando el enojo calla

Con ese látigo opresor con que se aprieta

Dejando en el alma débil grieta

Para esa indiscreción que da batalla

Perdón por el mundo tan indiferente

Que de una a otra rivera desampara

A tantos inocentes que de amor separa

De la posibilidad de vivir más dignamente

Perdón Señor, por el dolor que desespera

Sintiéndome defraudada de mi misma

En esta soledad que me ensimisma

Sin buscar en la oración lo que venciera.

Autora : Dra. Victoria Lucía Aristizabal

 

 

Hay países que yo recuerdo


como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca lígure de Portofino,
mar italiana, mar italiana!

Me han traído a país sin río,
tierras-Agar, tierras sin agua;
Saras blancas y Saras rojas,
donde pecaron otras razas,
de pecado rojo de atridas
que cuentan gredas tajeadas;
que no nacieron como un niño
con unas carnazones grasas,
cuando las oigo, sin un silbo,
cuando las cruzo, sin mirada.

Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.
Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera.

Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!

Gabriela Mistral

1- Educación para la Libertad
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Sitio web: Un mensaje al corazón

La responsabilidad de los padres es formar bien a sus hijos.

¿Le interesa formar bien a sus hijos?

Pues, ¡edúquelos para la libertad!

Ahora,

¿qué es eso de educación para la libertad?

Yo le pregunto a usted,

¿le parece bien estar siempre encima de sus hijos,

decidiendo por ellos, protegiéndolos,

aún cuando tengan 30, 40 ó 50 años?

¿No le parece esto bastante incómodo

y hasta absurdo?

Pues, existen muchos papás

que en su subconsciente desean

hacer esto y no es correcto.

Los padres tienen que educar para la libertad.

De esa manera, sus hijos algún día tendrán

la capacidad de ser autónomos, de actuar

de acuerdo con sus propios criterios y valores.

Hay que educarlos para que sean ellos los

que decidan qué hacer con su propia existencia;

para que cada uno sea protagonista de su

propia historia y sean capaces de decidir

por sí mismos su propio futuro.

Para lograr esto, los papás tienen que

inculcar a las criaturas desde pequeñitas

una fe profunda en Dios, sobre todo, y

también en sí mismos; ayudarlos a que

crezcan con confianza en sus propias personas,

cultivar en ellos los más grandes ideales

e inyectarle los valores morales más adecuados.

Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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