Amor brujo entre la noche y la luna los sentidos
Amor brujo entre la noche y la luna los sentidos
Poesía Amor brujo
Victoria Lucía Aristizábal
Y allí estabas entre la noche y la luna, entre la música gitana
y el escenario de la pasión que eleva los deseos y los sentidos
que se abren infinitamente y gime la poética musa al compás d
el ritmo de una alma simple con sabor a íntegra y las praderas
se tornan misteriosas como si se hechizaran
en un momento único e irrepetible, al paso que va impulsando
la profundidad de dos seres que se buscan para
encontrarse a la hora exacta, en esa cita que nos da el destino
y suenan los bosques con las lechuzas en su coro que
solo sabe a sabio, exhalando el vegetal de la olorosa grama y
el negro cielo con sus semillas doradas como estrellas
inciensa en concierto, este dueto de entrega.
Y allí se dieron las cosas como se dan los motivos ante
la buena voluntad que no se frena, abriendo las puertas
sin límite mezclando el libre albedrío con la pasión inmensa
haciendo exigible la madurez que trae consigo los espasmos,
despertando ese tanto de ingenuidad como de experiencia,
conciliando el amor que le provoca y el alma que
incursiona con su tino y timbre celeste que combina la
ternura para dilatarla y pasa así la vida sin tiempo y el
sentimiento con ansia en un amor tan intenso como el
propio y tan pequeño como el instante y el cielo sahúma
el halo energético de dos amantes corsarios del anhelo,
diseminando su frenesí, para combinar caricia y beso.
La luna se inclina para honrar con un –Mamaste-
el brillo de la mirada que húmeda por llorosa se
encuentra sensibilizada, en se rocío natural que da
la emanación del vínculo entre lo que se quiere
querer y lo que se está queriendo y en esta tela
de la vida flota la insensatez de la pasión transeúnte
que sabe que solo será poco después de haber vivido lo
intenso y hombre y mujer amados y amantes
tendrán la gracia o la desgracia como la dualidad
de dos arcanos mayores -La Temperancia y El Crepúsculo-
y Hierofante no sabe que está montado en El Carro de Osiris,
más el eje de la prudencia desea que aparezca la aurora de la esperanza.
Los brazos comienzan sus brujerías imparables,
estirándose para tomar y sentir, mientras el sendero
cruje viendo que el yugo se cierra y solo circula la
brisa entre las dos bocas que gimen en un túnel que
sabrá abrirse y cerrarse en una dispersión que cata el
sabor al amor que fluye en sus gargantas sin voz y
con fuego existente en la entraña húmeda mientras
va creciendo lo que naturalmente se siembra a
nombre de la pasión y sus cuerpos se unen en el
secuestrado asilo que preña la tierra cómplice
del ascenso de la redención del amor que crea esta
danza profunda que soporta la ofrenda altiva que
envuelve el remolino donde la aventura nunca se
volverá costumbre y la paciente luna apremiara
entre impulsos y motivaciones donde se clarifica el confuso
comienzo y se esclarece el éxtasis final y la entraña
revivirá en recuerdos el mensaje que queda en esta adorable entrega.