Día de la Madre material gratis para diseño de tarjetas, postales, saludos
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Página dedicada a la Madre
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PROMESA A LAS ESTRELLAS
Gabriela Mistral
Ojitos de las estrellas abiertos
en un oscuro terciopelo:
de lo alto, ¿me veis puro?
Ojitos de las estrellas,
prendidos en el sereno cielo,
decid: desde arriba,
¿me veis bueno?
Ojitos de las estrellas,
de pestañitas inquietas,
¿por qué sois azules, rojos y violetas?
Ojitos de la pupila curiosa
y trasnochadora,
¿por qué os borra con sus rosas la aurora?
Ojitos, salpicaduras de
lágrimas o rocío, cuando
tembláis allá arriba,
¿es de frío? Ojitos de las estrellas,
fijo en una y otra os juro que
me habéis de mirar siempre,
siempre puro.
Día de la Madre
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A MI MADRE
©Cristy Battistel Roggio
Compañera perpetua
de nuestros vuelos temerarios;
Ángel guardián de nuestros
temores más ocultos.
Enfermera santa de nuestros
dolores ancestrales.
Tú que das todo
por nada, eres la sagrada
piedra fundamental de nuestra vida.
Tu inmarcesible amor
fue capaz de proezas impensadas.
Tu alma pura se desarma en
pedazos si sufrimos.
Estás hecha de todas las flores
y todos los cantos.
Luz de los caminos más
oscuros; vigilante eterna
de nuestros movimientos.
MADRE: divino espejo
en el que queremos mirarnos.
LA FUGA Gabriela Mistral
Madre mía, en el sueño
ando por paisajes cardenosos:
un monte negro que se contornea
siempre, para alcanzar el otro monte;
y en el que sigue estás tú vagamente,
pero siempre hay otro monte redondo
que circundar, para pagar el paso
al monte de tu gozo y de mi gozo.
Mas, a trechos tú misma vas haciendo
el camino de burlas y de expolio.
Vamos las dos sintiéndonos, sabiéndonos,
mas no podemos vernos en los ojos, y no
podemos trocarnos palabra,
cual la Eurídice y el Orfeo solos,
las dos cumpliendo un voto o un castigo,
ambas con pies y con acentos rotos.
Pero a veces no vas al lado mío:
te llevo en mí, en un peso angustioso
y amoroso a la vez, como pobre hijo
galeoto a su padre galeoto,
y hay que enhebrar los cerros repetidos,
sin decir el secreto doloroso:
que yo te llevo hurtada a dioses crueles
y que vamos a un Dios que es de nosotros.
Y otras veces ni estás cerro adelante,
ni vas conmigo, ni vas en mi soplo:
te has disuelto con niebla en las montañas,
te has cedido al paisaje cardenosos.
Y me das unas voces de sarcasmo
desde tres puntos, y en dolor me rompo,
porque mi cuerpo es uno, el que me diste,
y tú eres un agua de cien ojos,
y eres un paisaje de mil brazos,
nunca más lo que son los amorosos:
un pecho vivo sobre un pecho vivo,
nudo de bronce ablandado en sollozo. ….