Domingo de Resurreccion
Domingo de Resurreccion resurge la esperanza
Resurge la esperanza
En la aurora del domingo, un suspiro se despierta,
Resurge la esperanza, la vida se reencuentra.
El velo de la tristeza, se disipa en el albor,
Resurrección celebra, el triunfo del amor.
Desde el sepulcro frío, el Cristo se levanta,
Vence la oscuridad, la muerte ya no espanta.
El sol abraza el cielo, sus rayos besan la tierra,
La vida renace, en este día de fiesta.
Flores y mariposas visten el campo de alegría,
La brisa lleva consigo, el aroma de la vida.
Los hombres y mujeres, con fe en el corazón,
Se unen en oración, en dicha y devoción.
El domingo de resurrección, promesa de salvación,
Nos muestra el camino, hacia la redención.
Sigamos sus pasos, con humildad y amor,
El brillo de su luz, nos guía en el dolor.
En este día santo, las lágrimas se secan,
Los corazones heridos, encuentran su fortaleza.
La esperanza renace, en cada rincón del alma,
El amor de Cristo, nos cubre con su manto.
En la resurrección, la vida eterna espera,
Hagamos eco de su mensaje, en cada primavera.
Que nuestras almas vuelen, como aves en libertad,
Y en el día de la resurrección, encontremos paz.
Que este poema inspire en ti, la fé y la esperanza,
En la resurrección, el amor se abraza.
Celebremos la vida, la victoria sobre el dolor,
Unidos en la promesa, del eterno resplandor.
El sepulcro vacío, testigo de un milagro
En el alba de un domingo, renace la vida,
Resplandece la esperanza, la oscuridad se despida,
El mundo enmudece, admirado y extasiado,
Pues en este día santo, el amor ha triunfado.
El sepulcro vacío, testigo de un milagro,
Las lágrimas se secan, no más llanto ni calvario,
El velo se ha rasgado, la muerte ha sido vencida,
Un resurgir glorioso, la promesa cumplida.
El cielo se ilumina, los ángeles entonan,
canto de victoria, al Hijo que coronan,
El amor incondicional, en su esplendor divino,
Brilla en el horizonte, en este día tan digno.
Oh, domingo de resurrección, portador de alegría,
Tu luz abraza al mundo, disipando la agonía,
En ti se encuentra el alivio, de las heridas curadas,
La fe se reaviva, nuestras almas renovadas.
Atrás quedan las sombras, las dudas y el temor,
La cruz ahora es símbolo, de un amor redentor,
El corazón se llena, de gratitud infinita,
En este domingo santo, donde la vida se agita.
Resucitó el Señor, oh, gloria eterna y pura,
En su misericordia, nos regala vida futura,
En la senda del amor, guiados por su luz,
El domingo de resurrección, nos lleva a la cruz.
Y así, en la aurora, del renacer divino,
El mundo se une en oración, en el sagrado camino,
El amor y la esperanza, en el alma florecen,
En este domingo santo, donde la vida renace.
El amor de Dios renace
En el alba de un domingo, renace la luz divina,
Resurgiendo con esplendor, la esperanza se avecina.
El velo de la tristeza se disipa en la brisa,
Dando paso al amor, que la fe eterna cristaliza.
La tumba, vacía y muda, testigo de un milagro,
Resurrección que vibra en el aire, con sagrado calvario.
El sacrificio cumplido, Jesús vuelve a la vida,
Una promesa de redención, en nuestras almas encendida.
Las campanas repican, un canto de alegría,
Celebrando la victoria del amor, en este día.
El cielo se viste de colores, en un abrazo al firmamento,
Y en cada corazón, palpita un nuevo sentimiento.
La esperanza se difunde, en el vuelo de las palomas,
Llevando en sus alas, el mensaje de las olas.
El domingo de resurrección, un faro en la penumbra,
Una luz que ilumina, el camino en la lucha.
El amor de Dios renace, en cada amanecer,
Un recordatorio eterno, que siempre hay un volver.
La muerte no es el fin, sino el comienzo de otra vida,
En brazos del Creador, en su morada bendecida.
Celebremos la esperanza, que este día nos entrega,
Acojamos en nuestras almas, la promesa que nos llega.
Porque en la resurrección, se halla la verdad,
Que el amor y la fe, son la llave a la eternidad.
Celebramos la vida, que en ti hemos de vencer
En el alba del domingo, la esperanza renace,
donde la luz y sombras, en armonía, se abrace.
Resurrección divina, milagro celestial,
un canto de alegría, en este día especial.
La tumba, ahora vacía, resuena con fervor,
la piedra ha sido removida, revelando el amor.
El lirio florece, en medio del jardín,
anunciando la vida que nunca tendrá fin.
Las campanas repican, en un coro angelical,
victoria proclama, sobre la muerte mortal.
Las lágrimas secan, y los corazones sanan,
en esta fiesta sagrada, nuestras almas se hermanan.
La luz de la mañana, ilumina la faz,
de aquel que ha vencido, la oscuridad voraz.
Oh, Cristo resucitado, fuente de eternidad,
tu amor inagotable, colma nuestra ansiedad.
El domingo de gloria, llena el ser de esperanza,
se renuevan las fuerzas, en la fe que nos abraza.
Unidos en la alegría, de este nuevo amanecer,
celebramos la vida, que en ti hemos de vencer.
Que la resurrección, sea en nosotros verdad,
y en cada paso dado, dejemos tu bondad.
Oh, día de júbilo, de amor y redención,
toma nuestro corazón, en tu dulce resurrección.
Ya no quedan cadenas
En el alba de un domingo, renace la vida entera,
resplandece el horizonte, y el alma se llena de esencia.
Es un día de esperanza, un día de luz eterna,
donde la fe se levanta y un amor sin fin se engendra.
El domingo de resurrección, en el corazón florece,
un jardín de alabanzas, de armonía y de especies.
Las voces de los creyentes, en el aire se sostienen,
elevando sus plegarias, a un Dios que escucha y atiende.
Se ha roto la oscuridad, ya no quedan cadenas,
La muerte ha sido vencida, y el triunfo es de la entrega.
En la tumba vacía, un mensaje se desprende,
«Él ha resucitado», clama el ángel en la piedra.
El amor en su plenitud, por cada rincón se extiende,
y con la fuerza del perdón, renace la vida eterna.
El velo se ha rasgado, y el camino se ha abierto,
para que el alma en la fe, encuentre la paz sincera.
En este día de gloria, en cada lágrima y pena,
en cada ruego de amor, en cada oración serena,
resucita la alegría, la esperanza se enaltece,
y en el corazón de los hombres, Dios vuelve a sembrar su herencia.
Así, el domingo de resurrección, en la historia queda escrita,
como el día en que la vida, a la muerte venció en la riña.
Y en cada amanecer, en cada alborada divina,
el amor reina en la tierra, y la esperanza nos ilumina.
Resurrección, milagro divino
En el alba de aquel domingo eterno,
donde la vida en su esplendor renace,
la esperanza se tiñe de colores,
y el mundo contempla un nuevo horizonte.
Resurrección, milagro divino,
la victoria del amor y la promesa,
donde la cruz se transforma en gloria,
y en la tumba se halla la certeza.
Del sepulcro oscuro y silencioso,
surge una luz que ilumina el camino,
la vida vence a la muerte sombría,
y regocijo inunda nuestros corazones.
La brisa de aquel amanecer dorado,
acaricia el rostro de la creación,
y en susurros de alegría y júbilo,
nos anuncia que el Salvador ha resucitado.
La humanidad se abraza en el misterio,
de este amor inmenso y redentor,
que nos libera de la esclavitud del pecado,
y nos invita a renacer en su esplendor.
Oh, domingo de resurrección bendito,
que nos regalas esperanza y perdón,
eres faro en la oscura tempestad,
y anclas nuestras almas en el amor.
En tus brazos, oh Cristo resucitado,
encontramos la paz que tanto anhela,
nuestros corazones rotos y cansados,
que en tu misericordia encuentran tregua.
Que este día de gozo y de esperanza,
nos inspire a caminar siempre en la luz,
y a ser testigos de tu amor eterno,