El Corro Luminoso , poema de la escritora Gabriela Mistral, poesía infantil
1 Corro Luminoso
Corro de las niñas
corro de mil niñas
a mi alrededor:
¡oh Dios, yo soy dueña
de este resplandor!
En la tierra yerma,
sobre aquel desierto
mordido de sol,
¡mi corro de niñas como inmensa flor!
En el llano verde,
al pie de los montes, que hería la voz,
¡el corro era un solo
divino temblor!
En la estepa inmensa,
en la estepa
yerta de desolación,
¡mi corro de niñas
ardiendo de amor!
En vano quisieron
quebrarme la estrofa
con tribulación:
!el corro la canta debajo de Dios!
Datos de la autora ,
escritora Premio Nobel Gabriela Mistral :
Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva,
profesor, y de Petronila Alcayaga Rojas,
de ascendencia vasca.
Gabriela Mistral nació en Vicuña,
ciudad en la que hoy existe
un museo dedicado a ella en la calle
donde nació y que hoy lleva su nombre.
A los diez días sus padres se la llevaron
a La Unión (Pisco Elqui),
pero su «amado pueblo»,
como ella misma decía,
era Montegrande,
donde vivió de los tres
a los nueve años,
y donde pidió que le dieran sepultura.
Sus abuelos paternos,
oriundos de la actual Región
de Antofagasta, fueron Gregorio Godoy
e Isabel Villanueva;
y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza
y Lucía Rojas Miranda,
descendientes de familias
propietarias de tierras del
Valle de Elqui.
Gabriela Mistral tuvo una
media hermana,
que fue su primera maestra,
Emelina Molina Alcayaga,
y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.
Aunque su padre abandonó
el hogar cuando ella tenía
aproximadamente tres años,
Gabriela Mistral lo quiso y
siempre lo defendió.
Cuenta que «revolviendo papeles»,
encontró unos versos suyos,
«muy bonitos».
«Esos versos de mi padre,
los primeros que leí,
despertaron mi pasión poética»,
escribió.
A los 15 años se enamoró
platónicamente de Alfredo Videla Pineda,
hombre rico y hermoso, más de 20 años
mayor que ella, con el que se carteó
durante casi año y medio.
Después conoció a Romelio Ureta,
un funcionario de ferrocarriles.
Este sacó un dinero de la caja del
ferrocarril donde trabajaba con el
fin de ayudar a un amigo; como
no lo pudo devolver, Ureta se suicidó.
Más tarde -a raíz de su triunfo
en los Juegos Florales
con Sonetos de la muerte,
versos que relacionaron
con el suicida-
nació el mito, que tuvo
amplia difusión,
del gran amor entre ambos.
En 1904 comienza
a trabajar como profesora
ayudante en la Escuela de la
Compañía Baja en La Serena
y empieza a mandar colaboraciones
al diario serenense El Coquimbo.
Al año siguiente continúa escribiendo
en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.
Desde 1908 es maestra en la
localidad de La Cantera y
después en Los Cerrillos,
camino a Ovalle.
No estudió para maestra,
ya que no tenía dinero para ello,
pero posteriormente, en 1910,
convalidó sus conocimientos
ante la Escuela Normal N° 1 de
Santiago y obtuvo el título oficial
de Profesora de Estado, con lo
que pudo ejercer la docencia
en el nivel secundario.
Este hecho le costó la rivalidad
de sus colegas, ya que este título
lo recibe mediante convalidación
de sus conocimientos y experiencia,
sin haber concurrido al Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile.
Posteriormente su valía profesional
quedó demostrada al ser contratada
por el gobierno de México
para asentar las bases de su nuevo
sistema educacional, modelo que
actualmente se mantiene vigente
casi en su esencia, pues solo se le
han hecho reformas para actualizarlo
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