Gracias en el mar de los regresos con garganta salada
Gracias en el mar poema, Gabriela Mistral
Por si nunca más yo vuelvo
de la santa mar amarga
y no alcanza polvo tuyo
a la puerta de mi casa,
en el mar de los regresos,
con la sal en la garganta,
voy cantándote al perderme:
-¡Gracias, gracias!
Por si ahora hay más silencio
en la entraña de tu casa,
y se vuelve, anocheciendo,
la diorita sin mirada,
de la joven mar te mando,
en cien olas verdes y altas,
Beatrices y Leonoras,
y Leonoras y Beatrices
a cantar sobre tu costa:
-¡Gracias, gracias!
Por si pones al comer
plato mío, miel, naranjas;
por si cantas para mí,
con la roja fe insensata;
por si mis espaldas ves
en el claro de las palmas,
para ti dejo en el mar:
-¡Gracias, gracias!
Por si roban tu alegría
Por si no hay después encuentros
en ninguna Vía Láctea,
ni país donde devuelva
tu piedad de blanco llama,
en el hoyo que es sin párpado
ni pupila, de la nada,
oigas tú mis dobles gritos,
y te alumbren como lámparas
y te sigan como canes:
-¡Gracias, gracias!
Para tallarte
gruta de plata
o hacerte el puño
de la granada,
en donde duermas
profunda y alta,
y de la muerte seas librada,
mitad del mar yo canto:
-¡Gracias, gracias!
Para mandarte
oro en la ráfaga,
y hacer metal
mi bocanada,
y crearte ángeles
de una palabra,
canto vuelta al Oeste:
-¡Gracias, gracias!