Ave María de
Lourdes e Historia
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AVE MARÍA DE LOURDES
La Reina del cielo,
la Madre de Dios,
en Lourdes, benigna,
su trono fijó.
Ave, Ave, Ave María...
Del cielo ha bajado
la Madre de Dios,
cantemos el «Ave»
a su Concepción.
Ave, Ave, Ave María...
Un largo rosario
que el cielo labró
sostiene en sus manos
más puras que el sol.
Ave, Ave, Ave María...
«Haced penitencia
y ardiente oración
por los pecadores
que ofenden a Dios».
Ave, Ave, Ave María...
Aquí los enfermos
encuentran vigor;
aquí luz y vida
halla el pecador.
Ave, Ave, Ave María...
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El 11 de febrero de 1858, en la
villa francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra
Madre, Santa María manifestó de manera directa y cercana su
profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de
14 años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.
La historia de la aparición empieza cuando Bernardita, quien
nació el 7 de enero de 1844, salió, junto a dos amigas, en
búsqueda de leña en la Roca de Masabielle. Para ello, tenía
que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de
asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de
aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a
un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar
la leña.
Fue en ese momento, que Bernardita experimenta el encuentro
con Nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida,
"sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la
cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que
rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban
moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima
Señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno
querría morirse con tal de lograr volverla a ver".
"Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un
rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me
saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba
soñando, me restregué los ojos; pero levantando la vista vi
de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas
de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera
miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera
quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió
rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se
santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba
pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las
Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos
las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al
Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza.
Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo
hacia las sombras de la gruta, desapareció".
A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita
en la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se
disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando
cuentos -aunque la verdad es que Bernardita no decía
mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba
de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido
volver a la roca y a la gruta de Masabielle.
A pesar de la prohibición, muchos amigos de Bernardita le
pedía que vuelva a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que
consultara con su padre. El señor Soubiruos, después de
pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero.
Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias personas, que
con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo
narrado. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el
rosario; es en ese momento que Nuestra Madre se aparece por
tercera vez. Bernardita narra así esta aparición: "Cuando
estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora
vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo
exclamé: 'Ahí está'. Pero los demás no la veían. Entonces
una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas
de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la
señal de la cruz. Yo le dije: 'Si vienes de parte de Dios,
acércate'. Ella dio un paso hacia delante".
Luego, la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante
quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la
Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en
este mundo, sino en el otro".
Luego de este intenso momento que cubrió a todos los
presentes, la noticia de las apariciones se corrió por toda
el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el
suceso, aunque otros se burlaban.
Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18
apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las
palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de
agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las
apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia
de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia. |
Juan Pablo II
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