La memoria divina Dormí tranquila sobre su hermosura
La memoria divina poema, Gabriela Mistral
Si me dais una estrella,
y me la abandonáis,
desnuda ella entre la mano,
no sabré cerrarla por
defender mi nacida alegría.
Yo vengo de una tierra donde no se perdía.
Si me encontráis la gruta maravillosa,
ue como una fruta tiene entraña purpúrea
y dorada, no cerraré la gruta ni a la
serpiente ni a la luz del día, que vengo
de una tierra donde no se perdía.
Si vasos me alargaseis, de cinamomo
y sándalo, capaces de aromar las
raíces de la tierra y de parar al viento
cuando yerra, a cualquier
playa los confiaría, que vengo de un país
en que no se perdía.
Tuve la estrella viva en mi regazo,
y entera ardí como en tendido ocaso.
Tuve también la gruta en que pendía el sol, y
donde no acababa el día. Y no supe guardarlos,
ni entendía que oprimirles era amarlos.
Dormí tranquila sobre su hermosura y
sin temblor bebía en su dulzura.
Y los perdí, sin grito de agonía,
que vengo de una tierra en donde
1- Educación para la Libertad
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Sitio web: Un mensaje al corazón
La responsabilidad de los padres es formar bien a sus hijos.
¿Le interesa formar bien a sus hijos?
Pues, ¡edúquelos para la libertad!
Ahora,
¿qué es eso de educación para la libertad?
Yo le pregunto a usted,
¿le parece bien estar siempre encima de sus hijos,
decidiendo por ellos, protegiéndolos,
aún cuando tengan 30, 40 ó 50 años?
¿No le parece esto bastante incómodo
y hasta absurdo?
Pues, existen muchos papás
que en su subconsciente desean
hacer esto y no es correcto.
Los padres tienen que educar para la libertad.
De esa manera, sus hijos algún día tendrán
la capacidad de ser autónomos, de actuar
de acuerdo con sus propios criterios y valores.
Hay que educarlos para que sean ellos los
que decidan qué hacer con su propia existencia;
para que cada uno sea protagonista de su
propia historia y sean capaces de decidir
por sí mismos su propio futuro.
Para lograr esto, los papás tienen que
inculcar a las criaturas desde pequeñitas
una fe profunda en Dios, sobre todo, y
también en sí mismos; ayudarlos a que
crezcan con confianza en sus propias personas,
cultivar en ellos los más grandes ideales
e inyectarle los valores morales más adecuados.
La tarea de los papás es sembrar, de la manera
más inteligente y profunda posible, todos los
ideales y valores positivos y buenos.
Mientras más profundamente siembren