La necesidad de Dios amor y comprensión

La necesidad de Dios amor y comprensión

La necesidad de Dios

La necesidad de Dios amor y comprensión


Me llamaron para visitarlo en su casa.

Era un caso distinto a todos los demás.

Se llama… no importa el nombre,

sí es vital su historia.

No es la historia de todos

pero sí de muchos.

No es fácil mirar al futuro

teniendo 23 años

y una columna vertebral

partida en mil pedazos…


Me llamaron para visitar

a un joven que hacía un año

había tenido un grave accidente.

No salía de su casa y es

por ello que yo me acerqué a verlo.


Me esperaba en su sala de estar,

una casa espaciosa,

con un bien cuidado

jardín a la entrada.

El silencio que allí reinaba

era sepulcral.

Nadie hablaba.

La luz entraba tenue

por entre las cortinas

que, entreabiertas,

daban la visión de otro jardín,

enorme, con árboles y flores,

con piscina y una cancha de tenis

bien cuidada.

En medio de la sala

un joven fortachón,

pelo largo, ojos apagados,

sentado en una silla de ruedas,

me miró.

Intentó sonreír,

pero no pudo.


«Juan -me dijo-

¿para qué mi colegio,

mi universidad,

mis inicios de postgrado

en Inglaterra?

¿Para qué mis clases

de fútbol, de ajedrez?

Nunca me prepararon

para caerme de una moto

y quedar inválido.

Mis padres me decían:

«Tenemos un hijo

que va a ser nuestro orgullo.

Tú serás el continuador

de mi imperio y tú serás

temido entre mis competidores,

porque yo te estoy

preparando para ser un triunfador»

Tenía todo…me faltaba una moto,

también la tuve.

La mejor: 750 centímetros cúbicos.

¡Una bala!

Tuve la moto y

con ello lo creí tener todo..

.Nunca tuve a Dios.

No lo necesitaba.

No estaba en mis planes

ni en los planes de mi padre.

Nuestra ruta era la del triunfo,

no quedaba de camino Dios.


Un día había llovido

toda la noche.

La pista estaba mojada.

Yo quise arriesgar

y vivir el límite de mis posibilidades,

pero la moto rodó por el asfalto

y yo me golpeé contra el suelo.

Mi columna se partió

en cien pedazos.

Meses de hospital,

recuperaciones,

futuro incierto.

Nunca me prepararon para esto.

Se olvidaron y

me olvidé de mi alma.

Díselo tú a la gente.

A mí no me van a creer.

Simplemente descríbeme

y mi imagen es la más

clara necesidad de Dios.


Para ser un triunfador

en la vida, hay que empezar,

seguir y terminar en Dios.

Sólo así, con un espíritu

fortalecido en la fe,

podrás sentirte un

hombre triunfador.


Quise contarte retazos

de un cuadro de la vida.

Amigo lector,

tú serás ahora quien

le dé color, luz e imagen.

Las fuerzas están en tus manos.

De ellas sacarás la imagen

que tú quieras y que,

por supuesto, más necesites.


Uno hace una casa

para que cuando

llueva no nos mojemos.

Hacemos una casa para

construir un hogar

y, cuando llueva,

si llegara a llover,

tendremos dónde resguardarnos.

Uno no tiene a Dios en su alma

para cuando tengas un accidente,

o tengas un cáncer,

o te despidan del trabajo…

No.

Tienes a Dios para ser feliz

y, si te pasa algo,

Él te resguarda del peligro.


Gracias por llegar hasta aquí.

¡Que Dios nos bendiga!


de Web Católico de Javier

 

Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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