Los asesinos de la Inocencia triste ver la humanidad.

Los asesinos de la Inocencia triste ver la humanidad.

Los asesinos de la Inocencia triste ver la humanidad.

©Victoria Lucía Aristizábal

Los asesinos de la Inocencia triste ver la humanidad

Qué triste es observar esta humanidad y percibir una infancia desprotegida de todo.

Donde el “bien común” ya no es el núcleo que sustenta la integridad familiar.

La protección máxima que deben recibir los hijos desde que están en el vientre materno.

Y esto deja a estos peques bajo la amenaza de todo lo que le circunda.

Tanto a nivel interno como externo.

La protección de los hijos debe ser con un amor sólido.

Y  no líquido porque este último se evapora como lo hace ahora en millones de niños.

Que al no recibir esta sabia que debería circular por todos sus vasos comunicantes.

Se encuentran desprovistos de lo que hace que un niño pueda adquirir un sentido de identidad.

Y de consistencia interna, pilares que lo han de soportar y motivar por el resto de su existencia.

Las diferencias y la complementariedad se ven amenazadas.

De tal manera que los hijos se van sintiendo excluidos.

Infravalorados, amenazados y por consiguiente el enojo.

La tristeza y el rencor va siendo presa de sus corazones y sus mentes.

Afectando también notablemente su salud física.

Los hijos, mientras viven en la casa de los padres.

Deben tener la sensación de que están

protegidos de los problemas exteriores.

Tanto de los que les pueden originar otros niños.

Como de los que les pueden originar

personas mayores desaprensivas.

En el fondo, tienen que saber que sus padres

y el resto de la unidad familiar.

Se encargará de darles la protección necesaria, cuando la necesiten.

Que no están solos, que están verdaderamente

protegidos, frente a los extraños.

Proteger y ser protegido, es la realidad entre

la esperanza y la desesperación.

Las personas no somos productos químicos.

No hay nadie que no necesite a otro, en la amistad y

en la relación, pues dejaría de ser persona.

Todos tenemos ganas de vivir bien protegidos contra las adversidades.

En los momentos difíciles, es cuando más necesitamos

estar y sentirnos protegidos.

Acordándonos también de ver esos mismos

momentos en el prójimo.

Para darles nuestra protección y solidaridad con palabras,

gestos y hechos concretos.

EN EL HOGAR:

-Los padres están asesinando la sensibilidad en los niños.

Niños carentes de amor ante unos padres

que se muestran cansados después de llegar a casa.

Padres que no brindan este bálsamo diario que

posibilita la confianza, la seguridad y el amor propio.

Un desamor que se proyecta del mismo desamor

de los padres hacia sí mismos, un desamor que se exime

cuando no valoramos a quienes trajimos

a este mundo para brindarles un hogar que

sientan propio, cálido, motivacional.

Los padres están asesinando a sus hijos poco a poco.

Lentamente están matando sus sueños,

sus esperanzas, sus anhelos, sus ganas de vivir.

Están acabando con la posibilidad de tener una formación sólida.

Unas directrices que les permitan contar con una mente correcta.

Una moral sólida donde el bien sea un querer y no un tener que.

Que se va convirtiendo en actitudes de rebeldía

contra todas las instituciones.

Como de hecho lo vemos en las amenazas y agresiones.

Que pueden llegar incluso hasta situaciones límite.

Cómo el asesinato de padres, hermanos o de

compañeros y profesores de colegio.

O conductas auto-destructivas que hacen que

prolifere las adicciones de todo tipo.

Porque el niño desde que comienza a

tener miedo de todo.

Y de todos no encuentra tampoco de

parte de la sociedad.

Medios que puedan brindarles instrucciones para la vida.

Por el contrario los medios de comunicación se

han convertido en la escuela del crimen.

De la adicción y de la permisividad en todos los campos.

Que dañan la posibilidad de que ellos puedan

conducirse de una manera ética ante el mundo.

De una manera correcta ante sí mismos.

Valores como el respeto, la dignidad, el honor,

la justicia, la comprensión.

 disciplina, el orden, la obediencia, la alegría, la confianza, el amor.

 motivación de logro, la creatividad, la adaptabilidad, la inteligencia.

conciencia, la voluntad, el afecto, la ternura, la sencillez, la humildad, la bondad.

El perdón, la consideración, la eficiencia, la constancia y perseverancia, la seguridad.

La tranquilidad, la libertad de expresión, todos estos valores.

Y  más se ven imposibilitados de ser internalizados.

Ante la falta de una orientación, guía,

formación y buen ejemplo.

Por parte de los padres, de la sociedad y

de las instituciones educativas.

Este es un asesinato de un alma, corazón y

mente que necesita de este nutrimento.

Que le da sentido y significado a sus existencias.

Los padres deben considerar que, a determinadas edades es muy difícil.

Incluso sopesando sus pros y sus contras.

Romper el cordón umbilical con la familia,

los agregados y el entorno de protección y seguridad.

Que ya tienen, si es que se tiene.

La protección y la seguridad, son los ejes por

donde se deben analizar, todas las decisiones.

Salirse de la jaula de oro que supone la familia y

los agregados, cada vez es más difícil y peligroso.

Los padres tienen que conocer muy bien las posibilidades, limitaciones y actitudes de los hijos.

Para saber si son capaces de responsabilizarse y aceptar el grado de protección que se les otorga. 

Que se sientan protegidos.

Proteger con garantía a los hijos, algunas veces hay que hacerlo.

Huyendo del peligro que tienen a su alrededor, por la dificultad de enfrentarse.

Ante fuerzas mucho más agresivas, que las

limitaciones educativas que tienen los padres.

Cambiar de escuela, barrio, o ciudad, es muchas

veces la única forma de garantizar, la protección a los hijos.

Con esos cambios, los hijos se sentirán

protegidos de los embates y agresiones.

Que las pandillas y los narcotraficantes, les puedan hacer.

Esa huida hacia adelante, no siempre

soluciona todos los problemas de la protección.

Pero supone establecer una zanja insalvable,

para los peligros que les llegan.

Los niños son los que más necesitan sentirse

protegidos, para poder desarrollarse física y emocionalmente.

La mejor protección que puede darse a los hijos, es educarles.

A practicar las virtudes y valores humanos,

pues eso les servirá desde la juventud, hasta la vejez.

Incluso se verán protegidos contra las acechanzas,

con las que la sociedad quiera atacarles.

Los hijos en cada etapa de su vida, sobre todo en la adolescencia.

Necesitan comprender, que a pesar de las

posibles diferencias con sus padres.

Sobre la práctica en las virtudes y

valores humanos, son y están protegidos.

Hasta el máximo, de lo que pueden sus padres.

Los hijos tienen que sentirse protegidos en todo momento.

Incluso en las comunicaciones y negociaciones

para resolver los posibles conflictos con sus padres.

Aunque no les convenga o sea muy difícil aceptarlo.

Principalmente cuando hablan sobre comportamientos y

sus responsabilidades éticas.

Sobre el bien y el mal, la justicia, la honestidad, la verdad,

el daño, las preferencias.

Los gustos, la convivencia, las actividades lúdicas, el dinero.

El tiempo, el trabajo, las cualidades personales. etc.

Los hijos deben saber que los padres tienen muy claro.

En su beneficio y por su seguridad.

Lo que consideran esencial, importante, relativo,

negociable, in-negociable.

Y los límites para que las cosas, no se salgan de control.

Afectando a la salud física o mental de sus hijos, en

función de su edad y responsabilidad.

QUE DEBEN HACER LOS PADRES PARA EDUCAR A SUS HIJOS.

EN UN MUNDO COMO EL ACTUAL.

Y QUE SE SIENTAN PROTEGIDOS DE TODAS

LAS POSIBLES AMENAZAS INTERNAS COMO EXTERNAS.

Autora : Dra. Victoria Lucía Aristizabal

Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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