Magoya y el cuento de que Dios es argentino
Magoya y el cuento de que Dios es argentino
María Elena Walsh, Música de Héctor Stamponi e interpretación de Susana Rinaldi, canciones, material de uso para la Escuela.
Hay un coso que nunca da la cara, dios berreta que está en ninguna parte.
Comodín que inventás para quejarte cada vez que te venden un buzón.
Andá, contásela a Magoya la de comboys que nadie te creyó.
Discurso de milico o cheque volador, estamos hasta aquí de cuentos chinos.
Andá, cobrásela a Magoya que pagariola tu desilusión.
Y el cuento de que Dios es argentino andá corriendo, contaseló.
Hay un nadie que es víctima de todos y es anónimo rey de la macana.
Berretín que inventas de mala gana cuando ves tanto crimen sin autor.
berreta = de mala clase, mal hecho a
Magoya = a cualquiera (a nadie)
que pagariola tu desilusión = tal vez en una de esa te pagan la desilusión berretín = capricho, antojo
María Elena Walsh. El Dúo Leda y María fue un conjunto de música folklórica
integrado por las argentinas Leda Valladares y María Elena Walsh, que actuó en París y Buenos Aires entre 1953 y 1963,
e influyó fuertemente en la renovación de la música folklórica argentina y en la música infantil,
sobre todo con los álbumes .
Canciones para mirar (1962) y Doña Disparate y Bambuco (EP, 1962)
y los espectáculos que les corresponden.
En esas obras, el dúo interpretó varias de las canciones
más populares entre los niños de las décadas siguientes,
todas de autoría de María Elena Walsh, como
«Manuelita», «La vaca estudiosa», «El Reino del Revés», «Canción de Titina», «Canción del pescador», «La familia Polillal», «Milonga del hornero», «La Pájara Pinta», «Canción del estornudo», «La mona Jacinta», «Canción del jardinero», «Canción de la vacuna», entre otras.
El dúo se separó en 1963.
María Elena Walsh continuó la línea compositora orientada a los niños,
convirtiéndose en la principal cantautora de música infantil de la historia argentina,
aunque sin abandonar la composición de temas dirigidas al público adulto.
Leda Valladares profundizó la línea de registro y recuperación del canto ancestral andino,
que el dúo también exploró en sus primeros álbumes.
Leda Valladares y María Elena Walsh iniciaron su asociación artística en 1951.
En ese entonces, María tenía 21 años, once menos que Leda. Valladares,
una artista tucumana relacionada con el folklore cotidiano del noroeste y
una de las primeras mujeres en egresar de la Universidad Nacional de Tucumán,1
invitó a Walsh, una incipiente poetisa porteña, a unírsele en Costa Rica,
donde aquella se encontraba radicada, invitación que ésta aceptó
abandonando su familia y su entorno intelectual, para emprender un camino de experimentación