Manos Adoradas las que amo y venero no son color rosa
Manos Adoradas
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Letra Las manos que yo quiero,
las manos que venero,
no son color de rosa
ni tienen palidez.
Sus dedos no parecen
diez gemas nacaradas,
tampoco están pintadas
ni tienen altivez.
Son manos arrugadas,
tal vez la más humildes
y están cual hojas
secas de tanto trabajar.
Son estas manos santas
las manos de mi madre,
aquellas que me dieron
con todo amor el pan.
Las manos que yo quiero,
las manos de mi madre,
ligeras como aves volando
siempre van.
Las manos de mi madre
por ágiles dichosas,
si no hacen siempre algo
tranquilas nunca están.
Por rústicas y viejas,
¡qué bellas son sus manos!
Lavando tanta ropa,
cortando tanto pan.
Corriendo por la casa,
la mesa acariciando,
buscando en el descanso
la aguja y el dedal.
Las manos que trajeron
la lámpara a mi cama,
tapándome la espalda
en el invierno cruel.
Que cuando estuve triste
mis lágrimas secaron,
que cuando estuve enfermo,
acariciándome.
¡Oh, manos adoradas!
¡Oh, manos llenas de alma!
En ellas yo quisiera mi frente refugiar,
y tristemente digo: ¡qué lejos
que se encuentran, qué lejos
de mi angustia y de mi soledad!
Vals Música: Roberto Rufino
Letra: Horacio Sanguinetti
A mi madre
©Cristy Battistel Roggio
Compañera perpetua de nuestros
vuelos temerarios;
Ángel guardián de nuestros
temores más ocultos.
Enfermera santa de nuestros
dolores ancestrales.
Tú que das todo por nada,
eres la sagrada piedra fundamental
de nuestra vida.
Tu inmarcesible amor
fue capaz de proezas impensadas.
en pedazos si sufrimos.
Estás hecha de todas las flores
y todos los cantos.
Luz de los caminos más oscuros;
vigilante eterna de nuestros movimientos.
MADRE: divino espejo en el que