Miranda la lechuza
y Mirón el lechuzón
miran un partido
de ping-pong.
Patapín, patapón
y patapín y patapón,
Mirón y Miranda
Miranda y Mirón.
La pelotita saltarina
les llama mucho la atención
pero la miran, por las dudas,
con intelectual reprobación.
Críticos con idea fija,
miran con pésima intención
y chistan a la pelotita
para demostrar qué cultos son.
El tiempo pasa y ellos siempre
dicen que no, que no, que no,
sin darse cuenta que el partido
hace un año y medio que acabó.