Miercoles de Ceniza tiempo de amor gracia devoción

Miercoles de Ceniza tiempo de amor gracia devoción

Miercoles de Ceniza tiempo de amor gracia devoción

 

Fortalezcan sus corazones ( St  5,8 )
Miercoles de Ceniza tiempo de amor gracia devociónúltima actualización 2022

Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo de renovación

para la Iglesia, para las comunidades y

para cada creyente.

Pero sobre todo es un

«tiempo de gracia» (2 Co 6,2).

Dios no nos pide nada que no

nos haya dado antes:

«Nosotros amemos a Dios

porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19).

Él no es indiferente a nosotros.

Está interesado en cada uno de nosotros,

nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y

nos busca cuando lo dejamos.

Cada uno de nosotros le interesa;

su amor le impide ser indiferente a

lo que nos sucede.

Pero ocurre que cuando

estamos bien y nos sentimos a gusto,

nos olvidamos de los demás

(algo que Dios Padre no hace jamás),

no nos interesan sus problemas,

ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen…

Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia:

yo estoy relativamente bien y a gusto, y

me olvido de quienes no están bien.

Esta actitud egoísta, de indiferencia,

ha alcanzado hoy una dimensión mundial,

hasta tal punto que podemos

hablar de una globalización de la indiferencia.

Se trata de un malestar que tenemos

que afrontar como cristianos.
Cuando el pueblo de Dios se

convierte a su amor, encuentra las

respuestas a las preguntas que la

historia le plantea continuamente.

Uno de los desafíos más urgentes

sobre los que quiero detenerme en este

Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
La indiferencia hacia el prójimo y

hacia Dios es una tentación real

también para los cristianos.

Por eso, necesitamos oír en cada

Cuaresma el grito de los profetas

que levantan su voz y nos despiertan.
Dios no es indiferente al mundo,

sino que lo ama hasta el punto

de dar a su Hijo por la salvación de

cada hombre. En la encarnación,

en la vida terrena, en la muerte y

resurrección del Hijo de Dios,

se abre definitivamente la puerta

entre Dios y el hombre, entre

el cielo y la tierra.

Y la Iglesia es como la mano

que tiene abierta esta puerta

mediante la proclamación de la

Palabra, la celebración de los

sacramentos, el testimonio de la

fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6).

Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse

en sí mismo y a cerrar la puerta a través

de la cual Dios entra en el mundo y el

mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia,

nunca debe sorprenderse si es rechazada,

aplastada o herida.
El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad

de renovación, para no ser indiferente y

para no cerrarse en sí mismo.

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2015 

Semana Santa

Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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