Novena al Divino Niño Jesús Jesús mío, mi amor, mi hermoso Niño, te amo tanto

Novena al Divino Niño Jesús mi amor,mi niño hermoso

al Divino Niño Jesús mi amor,mi niño hermoso

 

al divino niño jesús

Jesús mío, mi amor, mi hermoso Niño, te amo tanto…

Tú lo sabes, pero yo quiero amarte más: haz que

te ame hasta donde no pueda amarte más una criatura,

que te ame, hasta morir… Ven a mí,

Niño mío; ven a mis brazos,

ven a mi pecho, reclínate sobre mi corazón

un instante siquiera,

embriágame con tu amor,

Pero si tanta dicha no merezco,

déjame al menos que te adore, que doblegue

mi frente sobre el césped que huellas con tus plantas,

cuando andas en el pastoreo de tu rebaño.

Pastorcillo de mi alma, pastorcito mío, mira esta ovejita tuya

cómo ansiosa te busca, cómo anhela por ti.

Quisiera morar contigo para siempre y seguirte a donde quiera

que fueras para ser en todo momento iluminada con

la lumbre de tus bellísimos ojos y recreada con la sin

par hermosura de tu rostro y regalada con la miel dulcísima

que destila de tus labios. Quisiera ser apacentada de tu propia mano y que

nunca más quitaras tu mano de ella.

Más, quisiera Jesús mío: quisiera posar mis labios

sobre la nívea blancura de tus pies. Si, amor, mío,

no quieras impedirme tanto bien; déjame que me anonade

a tus plantas y me abrace con tus pies y los riegue con

las lágrimas salidas de mi pecho amante, encendidas

en el sagrado fuego de tu amor; déjame besarte y

después… no quiero más, muérame luego.

Si, muérame amándote, muérame por tu amor,

muérame por ti, niño mío que eres sumo bien, mi dicha,

mi hermosura, la dulzura de mi alma, la alegría de mi pecho,

la paz de mi corazón, el encanto de mi vida.

Ah, morir enfermo de amor y de amor por ti, luz mía,

que dicha para mi alma, qué consuelo, qué felicidad.

Todo tuyo es mi ser, pues de la nada lo creaste, y

me lo diste y otra vez vino a ser tuyo cuando me

redimiste y con el precio de tu sangre me compraste;

y otras tantas veces, hasta hoy he sido tuyo, cuantos

son los instantes que he vivido pues esta vida que

tengo, tú mismo a cada instante me la otorgas,

la conservas y la guardas. Por eso, Jesús mío, a ti quiero tornarme,

de quien tantos bienes en uno he recibido.

Tú, pues serás, de hoy más mi dueño único. Tú el único amado de mi alma,

porque sólo tú eres mi padre y mi hermano y mi amigo; y

solo tú eres mi rey, y creador y redentor, y tú solo mi Dios y

mi soberano Señor. Dulce Jesús mío Divino Niño de mi alma:

dime una vez más que sí me amas y dame en prenda de amor,

de amor eterno, tu santa bendición. En el nombre del Padre y del

Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Rezar tres padrenuestros y

una salve, ofrecer, confesarse y comulgar todos los días de

la novena o al menos el último día. No se deje de rezar la novena

hasta haber conseguido la gracia.

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Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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