Oh madre
Oh madre poema Antonio Llanos
Brinda arrullo y regazo como el árbol y el ave
a la desolación de mis días aviesos.
La miel de sus palabras desciende hasta mis huesos;
con el blanco rumor de una lluvia suave.
En su mirar profundo puso dios con la clave
de la vida, honda urna de castos embelesos.
Se hace pura mi carne al calor de sus besos;
su plegaria es la estrella que dirige mi nave.
Me ha dicho alguna vez que fue triste su infancia.
¡Yo nunca le pregunto por las antiguas cosas!,
mas a su voz mi espíritu se llena de fragancia.
Si pienso en su niñez me inunda dulce llanto.
Cuando niña. ¡Quién sabe si al mirar unas rosas
su virginal entraña sintió crecer mi canto!
Autor del poema: Antonio Llanos
lanos, Antonio. Sariegos (León), 22.XI.1806 – Calumpit,
Luzón (Islas Filipinas), 11.XII.1881. Religioso agustino (OSA) y botánico.
Nacido en el seno de una familia humilde de labradores;
consiguió una beca en el colegio de los padres escolapios de León,
donde estudió Gramática Latina y Griega, Retórica y Poética, Filosofía y
el primer año de Teología. El deseo de ver nuevas tierras y el afán evangelizador
le impulsaron a ingresar en 1826 en el
Real Colegio de los padres agustinos calzados de Valladolid.
Una vez hechos los votos, desde 1827 hasta 1829
se dedicó a concluir sus estudios teológicos y, finalizados
éstos, embarcó para Filipinas. A su llegada a
Manila conoció al padre Manuel Blanco y, entablando
una profunda amistad, fue su discípulo aventajado
en los estudios de Botánica. Ordenado sacerdote el
15 de febrero de 1830, estudió la lengua tagala,
necesaria para el trabajo apostólico.
Inmediatamente fue nombrado cura de la parroquia de Pulilán,
rigió luego la de Bulacán en 1831, la de Angat en 1833 y
después la de Parañaque y Calumpit en 1839 y 1842 respectivamente.
En ésta residió la mayor parte de su vida dedicado
al trabajo pastoral y a los estudios botánicos.
Ayudó eficazmente al padre Blanco a ultimar
la publicación de las dos primeras ediciones de
la Flora de Filipinas, tanto herborizando y
remitiéndole numerosos ejemplares de plantas,
como haciendo descripciones de algunas de ellas que
el padre Blanco insertó en su segunda edición, además de
dedicarle el género Llanosia. Tras la muerte del maestro en 1845,
continuó su propósito de aumentar y perfeccionar la Flora,
sosteniendo activa correspondencia con los principales
botánicos del extranjero, especialmente con A. de Candolle.
En 1851 publicó Fragmentos de algunas plantas filipinas […]
y en 1858 Apéndice a la Flora […], que fueron reeditados en la 3.ª
edición de la Flora de Filipinas como complemento a los estudios de los
padres Blanco y Mercado. A éstos hay que añadir otros trabajos
científicos publicados en Filipinas, España e Italia. Además de la botánica,
cultivó la mineralogía, la ornitología, la mecánica y la física, sin desatender
los ministerios sacerdotales. Por su digno proceder se granjeó generales
simpatías en la provincia de Bulacán, e hizo que sus superiores
le honraran con los puestos honoríficos de prior vocal (1839-1869),
procurador general (1841), definidor (1849), vicario provincial y
visitador, confiriéndole después los honores y
preeminencias de exprovincial.
En 1856 había sido admitido como académico
correspondiente de la Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales.
También fue socio corresponsal de la
Real Sociedad Económica de Amigos del País,
de Filipinas, e inspector del Jardín Botánico de Manila.
En la Exposición Universal de París de 1867 fueron premiados
los productos industriales por él presentados, y
en la de Filadelfia de 1876, obtuvo medalla y
diploma de honor por su colección de hierros de Angat
y de cobres de Mancayán. Murió en Calumpit el 11 de diciembre de 1881.
A. de Candolle consagró a su memoria el Quercus Llanosii,
J. Müller le dedicó el Phyllanthus Llanosianus, J. E. Duby el
Hypnum Llanosii y C. de Candolle la Aglaia Llanosiana.