Señor y Virgen del Milagro venerados en Salta

Señor y Virgen del Milagro venerados en Salta

Señor y Virgen del Milagro

es una advocación católica, venerada en la ciudad de Salta, provincia de Salta, norte de la República Argentina.

Señor y Virgen del Milagro venerados en Salta

El origen de las imágenes se remonta al año 1592,

época en que el obispo del Tucumán

fray Francisco de Vitoria concretara la

donación al pueblo de Salta de la imagen

de un cristo crucificado de tamaño natural

cuyo destino sería la iglesia matriz de Salta

y de una inmaculada concepción (Virgen del Rosario)

para la ciudad de Córdoba.

La llegada a tierras americanas de ambas imágenes

y los hechos posteriores sucedidos luego

de los terremotos de 1692 fueron,

según los relatos, auténticamente milagrosos.

Aproximadamente diez años después de la fundación

de la ciudad de Salta, el 19 de junio de 1595,

se divisaron dos grandes cajones flotando

sobre las aguas del Océano Pacífico, en

las cercanías del puerto del Callao en Perú.

Uno de los cajones traía grabado a fuego la frase

«Una virgen del Rosario para el convento

de predicadores de la ciudad de Córdoba»,

hoy Convento de Santo Domingo, y el otro

«Un cristo crucificado para la iglesia

matriz de la ciudad de Salta»,

imágenes barrocas (de la Escuela Castellana)

que eran enviadas por el antiguo

Obispo del Tucumán Fray Francisco de Vitoria

que estuvo presente en la fundación de la ciudad.

Jamás se supo qué embarcación las trajo

desde España ni qué fue del mismo.

Una vez transportadas en procesión hasta Lima,

la capital de Perú, el virrey García Hurtado de Mendoza

ordenó que se cumpliera el mandato y

la voluntad del Obispo Vitoria.

De modo que las imágenes fueron

cargadas a lomo de mula y

transportadas aproximadamente 2800 km

por el viejo Camino del Inca,

dejando en Salta el cristo correspondiente

y continuando la peregrinación

con destino a la ciudad de Córdoba.

En Salta, las imágenes cuya autoría

se atribuyen a Juan Martínez Montañés,

fueron recibidas con entusiasmo en el

llamado desde entonces Campo de la Cruz y,

luego de un solemne oficio religioso,

ubicaron el cristo crucificado en el altar de las ánimas

—o sacristía de la iglesia matriz—

donde fue olvidado por largo tiempo.

Luego de 100 años de la llegada

de la imagen a Salta, exactamente a

las 10 de la mañana del 13 de septiembre de 1692,

un gran temblor sacudió la ciudad de Esteco,

que quedó definitivamente arruinada,

por lo que poco más tarde sería despoblada.

El sismo fue también percibido en Salta,

donde causó grandes daños, aunque

no tan graves como en Esteco.

En la Iglesia Matriz de Salta se encontraba

una imagen de la Inmaculada,

que posteriormente se llamaría

«Virgen del Milagro»,

propiedad de una familia asentada

en estos solares, que la había dejado por unos días

—desde la festividad de

la Natividad de la Virgen María el día 8 de setiembre

— en un nicho superior del altar, a

unos tres metros de altura aproximadamente.

Cuenta la tradición, que los asustados salteños

pensaron que su ciudad sería destruida,

pero los daños no fueron tan graves;

en cambio, el templo había sufrido graves daños.

Al ingresar al templo, se encontró la imagen de la

Virgen en el suelo, a los pies del Cristo,

como si lo mirara en actitud orante, sin

que sufriera ningún daño en su rostro ni

manos, pese al gran tamaño de la imagen y

la altura desde la cual había caído.

Los colores del rostro habían cambiado,

quedando pardo y macilento.

Este hecho fue interpretado como

una súplica e intercesión de la Virgen ante su Hijo,

con el resultado de los escasos daños

sufridos por la ciudad.

La imagen fue llevada a la casa del

alcalde Bernardo Diez Zambrano

donde fue exhibida toda la noche y

rodeada de orantes.

Al día siguiente, la imagen fue colocada

en el exterior de la Iglesia Matriz,

para que todos la pudieran venerar.

Allí se confirmó que los colores del rostro

seguían cambiando.

Los temblores de tierra continuaron,

aunque con menos intensidad.

Uno de los Padres de la Compañía de Jesús,

José Carrión, afligido por la situación sintió una voz,

con toda claridad, que le decía

«mientras no sacasen al Cristo en procesión,

no cesarían los terremotos».

El sacerdote se dirigió urgentemente

a comunicar el mensaje recibido.

Los padres jesuitas recordaron la

imagen enviada por Vitoria,

entraron al templo y bajándola

con mucha dificultad la acomodaron

en andas que sirvieron para sacarla al atrio

de la derruida iglesia, liberando

del encierro la imagen luego

de un siglo entero.

La colocaron frente a la iglesia

que la Compañía de Jesús tenía

en el centro de la ciudad, y el pueblo

acudió al templo con antorchas encendidas.

Las campanas llamaron a penitencia y la

imagen fue sacada en procesión por

los fieles salteños, con el ruego de que

cesaran los temblores.

Al amanecer del día 15 la tierra dejó de temblar,

aunque volvió a estremecerse a la noche,

en medio de procesiones y rogativas.

Al cesar los estremecimientos,

el día 16 renació la calma y con ella se

comenzó a hablar del «milagro».

Días más tarde se tuvo noticias

de la destrucción de Esteco,

lo cual aumentó la magnitud del «milagro»

obrado por la Virgen y el Señor de la iglesia de Salta.

Una nueva historia empezaba

para esta sencilla imagen y para los salteños,

que conservan hasta hoy su culto y su devoción.

 

 

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Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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