El Dios triste Se oye en su corazón un rumor de alameda Mirando la alameda de otoño lacerada, la alameda profunda de vejez amarilla, como cuando camino por la hierba segada busco el rostro de Dios y palpo su mejilla Continue leyendo Comparte esto:TweetMásPocketImprimirRedditMe gusta esto:Me gusta Cargando...