Haciendose cargo historia el éxito siempre es posible
Haciendose cargo historia el éxito siempre es posible
Historias de éxito: Haciéndose cargo
A los 15 años, Emilia dejó de estudiar y
consiguió un trabajo en una tienda de venta de ropa.
Es que otra opción no tenía: su papá los
había abandonado y su mamá estaba muy enferma.
Al ser la mayor de cinco hermanos, aunque
era la única mujer, Emilia sentía que su
responsabilidad era asegurarse de tener
comida en la casa a diario, ya que su mamá –
debido a su dolencia crónica–
no podía proveer lo mínimo indispensable para los seis.
Creo que allí fue cuando aprendió a hacerse
cargo de otras personas y de situaciones importantes,
habilidad que le sirvió muchísimo en su adultez
para superarse ampliamente.
Mientras bregaba en la tienda, se dio
cuenta de que tendría que terminar la
escuela secundaria para obtener un
trabajo mejor remunerado.
Mientras las niñas de su edad salían a divertirse o
descansaban, protegidas por su familia,
Emilia hizo el esfuerzo de estudiar
después de largas jornadas parada
atendiendo gente y de llegar a su casa,
preparar la comida y ocuparse de la tarea de sus hermanos.
A los pocos años pudo conseguir un
empleo en una oficina, de recepcionista.
A pesar de su corta edad, entendió
que precisaba más capacitación para
acceder a puestos con mejores pagas,
entonces se dedicó incesantemente a
tomar cuanta capacitación la empresa
le ofrecía: de computación e inglés a
cursos o talleres destinados a otras áreas,
como finanzas o recursos humanos. Incluso,
averiguó y propuso formación para empleados;
cuando la aprobaban, era la primera en tomarla.
Con el tiempo llegó la primera promoción: secretaria.
Y más adelante y gracias a su tesón y perseverancia,
otro premio: secretaria bilingüe, con un sueldo más elevado.
En el ínterin, se casó con su segundo novio
(según palabras textuales de Emilia:
“el primer hombre que me dio amor y un lugar”)
y tuvo dos hijos.
¿Será para bien?
Sin embargo, apenas pasados los 30 años,
su suerte tuvo un giro drástico.
Aunque lo que a veces parece una mala jugada
del destino puede dar lugar a caminos de superación impensados.
Después del nacimiento de su segundo hijo, se separó.
Y a los pocos meses, la empresa donde se desempeñaba cerró.
Sola y con dos niños pequeños, pensó que,
nuevamente, había caído la noche para ella.
Pero no fue así.
Emilia inmediatamente obtuvo un puesto de
secretaria bilingüe en una firma importante.
Toda la capacitación que se había esforzado en recibir
la había ayudado para especializarse en diversos
temas relevantes para una compañía, que la
colocaron en una posición muy competitiva dentro del mercado.
Se dio cuenta de que pensar que a una mujer
sola con niños pequeños le resultaría difícil
conseguir trabajo es un mito: hay empresas que
le dan mayor relevancia al perfil laboral de
una persona que a sus cargas familiares.
Además, gracias a los conocimientos que
había adquirido con tanta capacitación,
invirtió la totalidad de la indemnización
había recibido por el cierre de la compañía
anterior en un proyecto (después de estudiarlo detenidamente).
Sabía que su futuro y el de sus niños dependían
prácticamente de ella, ya que no recibía una ayuda
estable ni significativa del padre de sus hijos.
El uso de sus ahorros dio buenos frutos y
pronto tuvo otra fuente de ingresos.
Su jefe, al ver cuánto se esforzaba y lo eficiente
que era como empleada, comenzó a asesorarla
en sus inversiones y también le pidió que,
fuera de la oficina, le llevara sus finanzas
personales e hiciera algunos trabajos para él
que le pagaba de manera independiente…
¡otro ingreso más!
Para Emilia, hacerse cargo era moneda corriente,
así que puso todo su empeño en estas nuevas tareas…
que también le daban un margen para ahorrar y
para seguir creciendo económicamente.
Al morir su madre hace unos años,
le había ido comprando la parte
proporcional de un pequeño
apartamento a cada uno de sus hermanos.
A esa altura, pudo sacar un crédito y
mudarse a un lugar más cómodo,
donde cada niño tenía su propio cuarto.
El presente
Ya pasaron varios años
desde esa época de lucha diaria.
Emilia se forjó una posición
bastante holgada y sus hijos
estudian en la universidad
sin tener que trabajar
–quiere que tengan las mejores
posibilidades, aquellas a las que
ella nunca accedió.
De hecho, el sano perdón a su padre
que los había abandonado se
traduce en que, ya anciano,
se lo llevó a vivir con ella y sus niños
para ayudarlo en las penurias
económicas que él estaba transitando.
Yo la conozco desde los tiempos
en que era una secretaria luchando
por mejorar y por abrirse camino, a
pesar de todas las adversidades.
Creo que su historia de éxito es un
ejemplo para quienes, en algún momento,
creen que no hay salida o que no es
posible alcanzar sueños y acceder a
una calidad de vida superior.
Con esfuerzo y haciéndose cargo,
¡todo es posible!
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