La gracia iba loca de pintureada, por el aire como llevada

La gracia poema, Gabriela Mistral
Pájara Pinta jaspeada,
iba loca de pintureada,
por el aire como llevada.
En esta misma madrugada,
pasó el río de una lanzada.
La mañanita pura y rasada
quedó linda de la venteada.
Los que no vieron no saben nada;
duermen a sábana pegada,
y yo me alcé con lucerada;
medio era noche, medio albada.
Me crujió el aire a su pasada, y
ella cruzó como rasgada,
por cara y hombro mío azotada.
Pareció lirio o pez-espada.
Subió los aires hondeada,
de cielo abierto devorada, y
en un momento fue nonada.
Quedé temblando en la quebrada.
¡Albricia mía* arrebatada!
Nota *
«ALBRICIAS»
Albricia mía:
En el juego de las Albricias
que yo jugaba en mis niñeces
del valle de Elqui, sea porque
los chilenos nos evaporamos la s final,
sea porque las albricias eran siempre
cosa en singular -un objeto
escondido que se buscaba-
la palabra se volvía una especie
de sustantivo colectivo.
Tengo aún en el oído los gritos
de las buscadoras y nunca más he
dicho la preciosa palabra sino como
la oí entonces a mis camaradas de juego.
La feliz criatura que inventó la expresión
donosa y la soltó en el aire, vio el
contenido de ella en pluralidad, como
una especie de gajo de uvas o de
puñado de algas, y en plural la dio,
puesto que así la veía.
El sentido de la palabra en la tierra mía
es el de suerte, hallazgo o regalo.
Yo corrí tras la albricia en mi valle de Elqui,
gritándola y viéndola en unidad.
Puedo corregir en mi seso y en mi lengua
lo aprendido en las edades feas –
adolescencia, juventud, madurez-,
pero no puedo mudar de raíz las expresiones
recibidas en la infancia.