Martes Santo oracion estar en amor a Dios
Martes Santo oracion estar en amor a Dios
Por la mañana
Que pueda quitarme de encima lo que
me estorba y el pecado que me ata,
para correr en la carrera que me toca,
sin rendirme, sin abandonar,
fijos los ojos en ti, Jesús que ya
has corrido, y que inicias y
completas nuestra fe. Tú mismo,
renunciando al gozo inmediato
que siempre el mundo ofrece,
soportaste con entereza la cruz,
sin importante la ignominia y el
desprecio de los importantes.
Que no me canse yo ni pierda el
ánimo; todavía no he llegado
a la sangre en mi pelea contra el
pecado. Acepto con gusto la
corrección que me viene de ti,
Padre Dios, aunque me duela,
porque lo único que pretendes r
egalarme, como fruto
de mi conversión, es una vida
resucitada, semejante a la de tu Hijo.
Fortalece, Señor, mis manos
débiles y haz fuertes mis rodillas
vacilantes, para que camine
seguro por tu senda.
Quiero imitarte, Jesucristo,
para poder llegar y vivir en la
familiaridad con Dios,
tu Padre y nuestro Padre.
Corta con mi vida anterior, radicalmente,
para que sea posible en mi el
comienzo de una vida nueva.
Ayúdame a poner entre lo anterior y
lo que viene una muerte necesaria.
Que las aguas del bautismo, en las que
Tú mismo quieres bautizarte:
las aguas de tu sangre, sepulten
mi cuerpo de pecado y despojen
mi vida de los bajos instintos y de
todas las obras de la carne;
para emerger después -como
Tú-de esas mismas aguas como
si me levantara de la muerte,
lavado y purificado, resucitado,
convertido en espiga de mil granos.
Por la noche
Nos has comprado, Señor,
con tu sangre, de toda raza, lengua,
pueblo y nación: Conduce a tu Iglesia,
que es tu pueblo nuevo,
conduce a la humanidad entera a esa
Pascua tuya de la vida.
Atravesado por la lanza de un anónimo
soldado, sabes ahora,
supiste siempre sanar nuestras heridas.
Y si para hacernos
saber que Tú sí perdonabas,
te dejaste clavar en una cruz,
perdona otra vez a aquella
adúltera, rota, sola, despreciada
pero arrepentida; perdona de
nuevo a aquel publicano del templo
de ojos casi en la tierra, suplicando;
perdona otra vez
a aquel Zaqueo, tan bajito él pero
que tanto había robado;
perdona otra vez al ladrón que
muere a tu costado;
perdona a los que durante tu
agonía se burlaron de ti
y blasfemaron…
Perdónalos, porque de todos
ellos hay
mucho en cada uno de nosotros.
Y si les perdonaste a ellos,
fue para decirnos que también a
nosotros quieres perdonarnos.
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