Nuestros viejos amigos el amor que se da con la caricia.
Nuestros viejos amigos el amor que se da con la caricia
©Victoria Lucía Aristizábal
El amor es el que se da con la caricia
Es la entrega que germina con la tierra
… la entraña que tiene relevancia
Es la forma de querer toda una delicia
El amor avanza para quién es eterno
A quién percibe que el alma es campo
Donde las flores exhalan con prestancia
Los aromas que conquistan la grandeza
Es la molécula integrante de la ternura
Donde las expresiones tienen dependencia
Todas las cosas y personas que circundan
Teniendo libertad, la fe y la conciencia
El amor es la historia inédita que escribe
Quién edita su vida mirándose en el espejo
Teniendo como presencia la moral que vive
Contemplando con amor lo nuevo y viejo
Mente, cuerpo y corazón, viejos amigos
Que ante el amor nos dibujan su sonrisa
Risueño gesto a quién nunca su vida cierra
Sabiéndose feliz, porque da y nada espera
El amor no es calle, es dirección, es gente
Sincronizando con lo que da sentido
Es el -para siempre-que nos acompaña
Cuando tenemos la mirada siempre al frente
Es la solemnidad de trato que promete
La afirmación de un presente que se admira
Aun recordando los amores del pasado
Como los maestros firmes ciertamente
El amor jamás se desintegra con el tiempo
Porque todo lo ve, lo siente, crea y aviva
Es enamorado corazón que íntegramente
Cultiva la seguridad con buen ejemplo
Autora : Dra. Victoria Lucía Aristizabal
Educación para la libertad
¿Le interesa formar bien a sus hijos?
Pues, ¡edúquelos para la libertad!
Ahora,
¿qué es eso de educación para la libertad?
Yo le pregunto a usted,
¿le parece bien estar siempre encima de sus hijos,
decidiendo por ellos, protegiéndolos,
aún cuando tengan 30, 40 ó 50 años?
¿No le parece esto bastante incómodo
y hasta absurdo?
Pues, existen muchos papás
que en su subconsciente desean
hacer esto y no es correcto.
Los padres tienen que educar para la libertad.
De esa manera, sus hijos algún día tendrán
la capacidad de ser autónomos, de actuar
de acuerdo con sus propios criterios y valores.
Hay que educarlos para que sean ellos los
que decidan qué hacer con su propia existencia;
para que cada uno sea protagonista de su
propia historia y sean capaces de decidir
por sí mismos su propio futuro.
Para lograr esto, los papás tienen que
inculcar a las criaturas desde pequeñitas
una fe profunda en Dios, sobre todo, y
también en sí mismos; ayudarlos a que
crezcan con confianza en sus propias personas,
cultivar en ellos los más grandes ideales
e inyectarle los valores morales más adecuados.
La tarea de los papás es sembrar, de la manera
más inteligente y profunda posible, todos los
ideales y valores positivos y buenos.
Mientras más profundamente siembren
esto en sus hijos, y
se preocupen en cultivar adecuadamente
con mucho amor, verán florecer en sus
hijos una personalidad auténtica y fuerte.
Los papás deben comprender
que esta tarea implicará, definitivamente,
mucho tiempo de convivencia con sus niños.
Pero que sea una convivencia agradable,
amena, íntima, y que se desarrolle desde
las primeras etapas de sus vidas.
A medida que el niño pequeñito crezca
y adquiera más madurez y personalidad,
los papás deben acompañarlos en su desarrollo.
Ahora, acompañar no es estar encima de ellos
como un perro guardián, no es sobreprotegerlos,
ni impedirles que sean ellos mismos.
Acompañar es caminar a su lado y,
mientras más pequeño el niño,
más necesita sentir la presencia de sus papás.
Luego, a medida que va creciendo,
los papás deben separarse, alejarse poco a poco.
No en el aspecto, diríamos, físico o de contacto,
sino en el aspecto de permitir al muchacho y a
la muchacha que sean ellos mismos.
Ustedes, como papás, deben estar siempre a su lado,
aconsejándoles, velando por ellos,
pero no decidiendo por ellos ni opinando o
imponiendo la última palabra de
una manera tiránica,
porque eso no conduce a nada bueno.
Cuando comprenda que sus hijos son más hijos de
Dios y de la vida que suyos,
desempeñará mejor su papel de
padre o madre.