Pais de la ausencia más ligero que ángel y seña sutil
Pais de la ausencia poema, Gabriela Mistral
Gabriela Mistral
País de la ausencia, extraño país,
más ligero que ángel y seña sutil,
color de alga muerta, color de neblí,
con edad de siempre, sin edad feliz.
No echa granada, no cría jazmín,
y no tiene cielos ni mares de añil.
Nombre suyo, nombre, nunca se lo oí,
y en país sin nombre me voy a morir.
Ni puente ni barca me trajo hasta aquí.
No me lo contaron por isla o país.
Yo no lo buscaba ni lo descubrí.
Parece una fábula que yo me aprendí,
sueño de tomar y de desasir.
Y es mi patria donde vivir y morir.
Me nació de cosas que no son país:
de patrias y patrias que tuve y perdí;
.. las criaturas que yo vi morir;
de lo que era mío y se fue de mí.
Perdí cordilleras en donde dormí;
… huertos de oro dulces de vivir,
perdí yo las islas de caña y añil,
y las sombras de ellos me las vi ceñir
y juntas y amantes hacerse país.
Guedejas de nieblas sin dorso y cerviz,
alientos dormidos me los vi seguir,
y en años errantes volverse país.
Y en país sin nombre me voy a morir
1- Educación para la Libertad
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Sitio web: Un mensaje al corazón
La responsabilidad de los padres es formar bien a sus hijos.
¿Le interesa formar bien a sus hijos?
Pues, ¡edúquelos para la libertad!
Ahora,
¿qué es eso de educación para la libertad?
Yo le pregunto a usted,
¿le parece bien estar siempre encima de sus hijos,
decidiendo por ellos, protegiéndolos,
aún cuando tengan 30, 40 ó 50 años?
¿No le parece esto bastante incómodo
y hasta absurdo?
Pues, existen muchos papás
que en su subconsciente desean
hacer esto y no es correcto.
Los padres tienen que educar para la libertad.
De esa manera, sus hijos algún día tendrán
la capacidad de ser autónomos, de actuar
de acuerdo con sus propios criterios y valores.
Hay que educarlos para que sean ellos los
que decidan qué hacer con su propia existencia;
para que cada uno sea protagonista de su
propia historia y sean capaces de decidir
por sí mismos su propio futuro.
Para lograr esto, los papás tienen que
inculcar a las criaturas desde pequeñitas
una fe profunda en Dios, sobre todo, y
también en sí mismos; ayudarlos a que
crezcan con confianza en sus propias personas,
cultivar en ellos los más grandes ideales
e inyectarle los valores morales más adecuados.
La tarea de los papás es sembrar, de la manera
más inteligente y profunda posible, todos los
ideales y valores positivos y buenos.
Mientras más profundamente siembren
esto en sus hijos, y
se preocupen en cultivar adecuadamente
con mucho amor, verán florecer en sus
hijos una personalidad auténtica y fuer