Tribulacion Amor iba en el viento como abeja de fuego

Tribulacion Amor iba en el viento como abeja de fuego

Tribulacion
Tribulacion Amor iba en el viento como abeja de fuego
    En esta hora, amarga como un sorbo de mares,
    Tú sosténme, Señor.
¡Todo se me ha llenado de sombras el camino
  y el grito de pavor!
Amor iba en el viento como abeja de fuego,
 y en las aguas ardía.
Me socarró la boca, me acibaró la trova,
 y me aventó los días.
Tú viste que dormía al margen del sendero,

 la frente de paz llena;
Tú viste que vinieron a tocar los cristales
 de mi fuente serena.
Sabes cómo la triste temía abrir el párpado
 a la visión terrible;
¡y sabes de qué modo maravilloso hacíase
 el prodigio indecible!
Ahora que llego, huérfana, tu zona por señales
 confusas rastreando,
Tú no esquives el rostro, Tú no apagues la lámpara,
 no sigas callando!
Tú no cierres la tienda, que crece la fatiga
 y aumenta la amargura;
y es invierno, y hay nieve, y la noche se puebla
 de muecas de locura.
¡Mira! De cuántos ojos veía abiertos sobre
 mis sendas tempraneras,
sólo los tuyos quedan. Pero se van llenando,
de un cuajo de neveras…

 

 

1- Educación para la Libertad
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Sitio web: Un mensaje al corazón

La responsabilidad de los padres es formar bien a sus hijos.

¿Le interesa formar bien a sus hijos?

Pues, ¡edúquelos para la libertad!

Ahora,

¿qué es eso de educación para la libertad?

Yo le pregunto a usted,

¿le parece bien estar siempre encima de sus hijos,

decidiendo por ellos, protegiéndolos,

aún cuando tengan 30, 40 ó 50 años?

¿No le parece esto bastante incómodo

y hasta absurdo?

Pues, existen muchos papás

que en su subconsciente desean

hacer esto y no es correcto.

Los padres tienen que educar para la libertad.

De esa manera, sus hijos algún día tendrán

la capacidad de ser autónomos, de actuar

de acuerdo con sus propios criterios y valores.

Hay que educarlos para que sean ellos los

que decidan qué hacer con su propia existencia;

para que cada uno sea protagonista de su

propia historia y sean capaces de decidir

por sí mismos su propio futuro.

Para lograr esto, los papás tienen que

inculcar a las criaturas desde pequeñitas

una fe profunda en Dios, sobre todo, y

también en sí mismos; ayudarlos a que

crezcan con confianza en sus propias personas,

cultivar en ellos los más grandes ideales

e inyectarle los valores morales más adecuados.

La tarea de los papás es sembrar, de la manera

más inteligente y profunda posible, todos los

ideales y valores positivos y buenos.

Mientras más profundamente siembren

esto en sus hijos, y

se preocupen en cultivar adecuadamente

con mucho amor, verán florecer en sus

hijos una personalidad auténtica y fuerte.

Los papás deben comprender

que esta tarea implicará, definitivamente,

mucho tiempo de convivencia con sus niños.

Pero que sea una convivencia agradable,

amena, íntima, y que se desarrolle desde

las primeras etapas de sus vidas.

A medida que el niño pequeñito crezca

y adquiera más madurez y personalidad,

los papás deben acompañarlos en su desarrollo.

Ahora, acompañar no es estar encima de ellos

como un perro guardián, no es sobreprotegerlos,

ni impedirles que sean ellos mismos.

Acompañar es caminar a su lado y,

mientras más pequeño el niño,

más necesita sentir la presencia de sus papás.

Luego, a medida que va creciendo,

los papás deben separarse, alejarse poco a poco.

No en el aspecto, diríamos, físico o de contacto,

sino en el aspecto de permitir al muchacho y a

la muchacha que sean ellos mismos.

Ustedes, como papás, deben estar siempre a su lado,

aconsejándoles, velando por ellos,

pero no decidiendo por ellos ni opinando o

imponiendo la última palabra de

una manera tiránica,

porque eso no conduce a nada bueno.

Cuando comprenda que sus hijos son más hijos de

Dios y de la vida que suyos,

desempeñará mejor su papel de

padre o madre.

Comprenda que su misión

fue traer a sus hijos al mundo y

formarlos bien, pero para la vida y

para que ellos cumplan la misión que

Dios les tiene reservada. Cuando usted

comprenda que su tarea consiste en

sembrar solamente y que después ellos

cosecharán para otros, entenderá algo

muy importante de lo que es ser papá o mamá.

Su misión es sagrada e importantísima;

le ha sido encomendada por Dios, nuestro Señor.

Implica mucha madurez y responsabilidad.

Forme bien a sus criaturas, siembre en ellos

todo lo bueno que pueda. Después,

déjelos crecer y desarrollarse.

¡Que sean ellos mismos!

Silvita

Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente

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