Volverlo a ver y ser todas las primaveras y los inviernos
¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas
de temblor de astros, ni en las alboradas
vírgenes, ni en las tardes inmoladas?
¿Al margen de ningún sendero pálido,
que ciñe el campo, al margen de ninguna
fontana trémula, blanca de luna?
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándolo me ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no! ¡Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor,
bajo unas lunas plácidas o en un cárdeno horror!
¡Y ser con él todas las primaveras
y los inviernos, en un angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!
Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor, y de Petronila Alcayaga
Rojas, de ascendencia vasca.4 Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la
que hoy existe un museo5 dedicado a ella en la calle donde nació y que hoy
lleva su nombre. A los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (Pisco
Elqui), pero su «amado pueblo», como ella misma decía, era Montegrande,
donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran
sepultura.
Sus abuelos paternos, oriundos de la actual Región de Antofagasta, fueron
Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga
Barraza y Lucía Rojas Miranda, descendientes de familias propietarias de
tierras del Valle de Elqui. Gabriela Mistral tuvo una media hermana, que fue
su primera maestra, Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina
Rojas.
Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres
años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que
«revolviendo papeles», encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos
versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética»,
escribió.6
A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre
rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante
casi año y medio. Después conoció a Romelio Ureta, un funcionario de
ferrocarriles. Este sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde
trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta
se suicidó. Más tarde -a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con
Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida- nació el mito,
que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.
En 1904 comienza a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la
Compañía Baja en La Serena y empieza a mandar colaboraciones al diario
serenense El Coquimbo. Al año siguiente continúa escribiendo en él y en La
Voz de Elqui, de Vicuña.
Desde 1908 es maestra en la localidad de La Cantera y después en Los
Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero
para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la
Escuela Normal N° 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de Profesora de
Estado, con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este
hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibe
mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber
concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por
el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema
educacional, modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia,
pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo.
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Silvita
Diseñadora, Casada, dedico mi sitio a preservar el Arte y la Cultura Infantil, A la memoria de mi sobrina Laura Ambrosio Battistel. Material uso escolar y docente